Los Rodríguez. 25 años. #VDLN 78.

Todo empezó en 1.982. La compleja relación entre Alejo Stivel y Ariel Rot, un zumo de afectos y rencillas repartidos en porcentajes casi idénticos que aún perdura, certificó el fallecimiento de Tequila. Demasiado éxito, demasiados excesos, demasiado dinero, demasiadas mujeres con demasiada facilidad, demasiadas cosas de las que no se deben contar.

Julián Infante, su segundo guitarrista, buscó la paz, también el sustento, en papeles menores con bandas de imposible futuro: Desesperados (qué buenos eran), Glutamato ye-ye o Academia Parabuten. Como las actrices del primer posfranquismo, por exigencias del guión tuvo que reconvertirse en baterista para los Pistones y hasta en mercenario de las cuerdas para la gran Martirio. Siempre circulando por la vida a toda hostia, siempre con una sonrisa o con un rato para la amistad. Por caprichos de la existencia cruzó su ruta con Germán Vilella (ex-Piter Pank). Un tipo de Torrejón que se ganaba los duros como músico de alquiler aporreando la batería para Topo, el llorado Antonio Flores, una joven Luz Casal o los trabajos iniciales de Christina Rosenvinge junto a aquel petardo llamado Alex de la Nuez. 

– ¿Formamos un grupo?

– ¡Venga!

Necesitaban alguien que aspirara a cantar y se acordó del Rot, su colega de siempre, que navegaba sin demasiadas ventas por una titubeante carrera solista. De aquella época, solo Debajo del puente y poco más subsisten en su repertorio actual. En esto que aterriza en Barajas un tal Andrés Calamaro, un buen frontman, un teclista sólido con cuatro discos a las espaldas, formado en Argentina en la excéntrica escuela de Charly García. El que faltaba. El mejor alumno del peor maestro. Menudo pieza.

Comienzan a ensayar hasta que el 28 de septiembre del 90 y un poco al corte de los espontáneos taurinos, se cuelan medio “de estrangis” en un concierto de Claudio Gabis. Fue en Madrid, imposible en otra ciudad, en una pequeña sala de Malasaña, hoy humillante zapatería junto al difunto mercado de Fuencarral. Versionaron la Princesa de Sabina y algún que otro tema más. Con la sutileza propia Julito, "fue la polla". Tanto que esa misma noche, tras una buena fiesta, decidieron bautizarse como Los Locos y empezar a tocar.

Al poco tiempo unos asturianos les pegaron el alto.

– ¡Ehhhh, troncos. Que Los Locos somos nosotros!

¡Hala! Se busca nombre. A Calamaro le hizo gracia un comentario de Julián.

– Aprovecha tío, que estás de rodríguez.

Alguien le explica que la frase nace por dejar a su piba de entonces allá de los mares y venirse aquí a currar. Creo que Rot pasaba algún momento chungo con esos asuntos y para Infante, ese era el estado natural hasta que según él, sentó la cabeza. A la cuarta copa y el quinto canuto, decidido: Los Rodríguez.

Me pillaron a las doce en punto, ni demasiado joven, ni demasiado viejo, y en pleno amanecer tras uno de esos inviernos árticos tan propios de mi personalidad. Nunca escribieron canciones sino trozos de vida que te divierten mientras escarban el alma. Cuesta seleccionar. 

Como entrante, una que nos narra que todo comenzó por una rubia loca que bailaba sola hasta el amanecer, en una de aquellas noches sin cabeza en las que llegamos a soñar que todo vale. ¡Bendita la hora! Fue mirarla y fue perder hasta lo que no se debe por esa mujer audaz en una apuesta arriesgada que terminó ganando la muerte. La Milonga del marinero y el capitán, creo que se llama.



Seguimos con otra que te cataloga como Mi enfermedad y que se pasa de indiscreta al difundir que el cuerpo de los dos es una de mis debilidades porque el mundo me hizo así y ahora es tarde para cambiar. Dice más cosas, pero no caben en el comentario a una canción tan intensa. Mejor escucharla que para eso se inventó.



O de esa que nos habla de los extraños giros de esta existencia incierta que convierten en un imposible lo de alejarme de ti. Aunque alguien me advirtió, nunca dije que no y ahora tengo que esconder las heridas de ese pulso que perdí con la agravante de voluntariedad. Quizá porque de algún modo, Me estás atrapando otra vez.



O de aquella otra (Mucho más, mucho mejor) que nos trae a la mente cuando nos entregamos en una terraza, colgados de la barandilla y de un dulce colocón de algo bueno que se fumaba. Por variar, y en homenaje al reencuentro con el Rotenberg eléctrico del año pasado en Los Molinos, se lo ofrezco en su versión solista. Lo que nos perdemos entre el puñetero IVA y eso que llamamos crisis.



Y como primer verso de un nuevo libro que quizá empieza a escribirse, toda una declaración de intenciones. Que quiero ser el único que te muerda la boca, que empiezo a no resistir lo de pasar un día entero sin ti y que para que no se convierta en un empleo, mejor Sin documentos... y con uno de los mejores solos de una guitarra limpia que recuerdo. A lo Calamaro en la intro de este mágico directo de La Ventas, ¡Vámonos!



Hace unos días leía en el muro de Ariel el siguiente mensaje: “no quiero sonar soberbio, pero tengo la sensación de que en los últimos 25 años en España y parte del extranjero no ha salido un solo grupo que se acerque mínimamente a esto." Aunque en cuestión de colores, como de mujeres o como de hombres, nada hay escrito y todo va en gustos, para el mío se queda corto. Los Rodríguez, una de las mejores bandas del último cuarto de siglo. La mía. Dos por ciento de rumba, novecientos por cien de rock and roll. "Porque vivir es un regalo y un presente: mitad despierto, mitad dormido". Para no olvidar.



Espero que les agrade recordarlos. ¿Comerciales? El que esté libre de comercio que toque la primera nota. Aprovechen el finde aunque apeste a patria. No hay mal que por bien no venga. Buen #VDLN, feliz semana. Que la llenen de salud y libertad.