Podemos?
Hace
años que comprendí la diferencia entre viajar y hacer turismo. El
turista es un
consumidor nato, un agobiado vocacional que mide la calidad de sus vacaciones
en relación de directa proporcionalidad a la lejanía del destino o
al número
de museos, de playas y de cumbres visitadas. Le gustan los hoteles
de cielos
despejados, los restaurantes con sobredosis de cubertería y ese
llevar todo
resuelto desde casa, tan representativo del espíritu burgués.
Alivia la pesadez
del largo trayecto con algún absurdo pierdetiempos para tablet, de
esos que
simplifican la mente lo bastante, como para terminar votando con
pleno convencimiento
al PPSOEIU. Más que gozar de lo vivido, regresa con la herida abierta
de aquello que “nos dejamos sin ver”.
El
viajero huye de las prisas.
Ni siquiera necesita llegar. Es
consciente que la ausencia de
un destino definido, de una
finalidad
concreta escrita de
antemano, regala sustancia a
su aventura. No
visita.
Vive. Se integra. Participa del
entorno sin limitarse a
observarlo. Odia los tour
organizados, los guías, come donde dé la
hora y duerme
con quien, en el buen o en el mejor
sentido del término, le ofrezca compartir cama. El teléfono dimite
de su
carácter propagandístico para transformarse en un puro
recurso de seguridad.
Desconozco si Pablo Iglesias tiene más de turista o de viajero. Su apuesta -- mitad valiente, mitad ególatra -- se me antoja ante todo equivocada. El manifiesto “Podemos” no aporta nada nuevo. Buscar en la vía electoral la solución a estos tiempos locos, no aporta nada nuevo. Hacer un llamamiento a la unidad creando otro grupo distinto, no aporta nada nuevo. Aspirar a convertir en leyes su personal interpretación del mandato de las plazas, no aporta nada nuevo. La dictadura de lo económico sumerge en el anonimato a la ecología, al especismo, incluso al feminismo que es mucho más que el derecho sobre el propio cuerpo. Habla de horizontalidad y de movimiento participativo, pero hasta donde se ve, aparenta un personalismo preocupante. El mensaje es el mismo que se ha estrellado en anteriores convocatorias. Desconozco si el movimiento realizado servirá para llevar la indignación al Paramento Europeo o para frenar la incipiente respuesta ciudadana, ahora que el “efecto Gamonal” podría extenderse por todo el Estado...
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Foto: Javier Vargas para Público |
Desconozco si Pablo Iglesias tiene más de turista o de viajero. Su apuesta -- mitad valiente, mitad ególatra -- se me antoja ante todo equivocada. El manifiesto “Podemos” no aporta nada nuevo. Buscar en la vía electoral la solución a estos tiempos locos, no aporta nada nuevo. Hacer un llamamiento a la unidad creando otro grupo distinto, no aporta nada nuevo. Aspirar a convertir en leyes su personal interpretación del mandato de las plazas, no aporta nada nuevo. La dictadura de lo económico sumerge en el anonimato a la ecología, al especismo, incluso al feminismo que es mucho más que el derecho sobre el propio cuerpo. Habla de horizontalidad y de movimiento participativo, pero hasta donde se ve, aparenta un personalismo preocupante. El mensaje es el mismo que se ha estrellado en anteriores convocatorias. Desconozco si el movimiento realizado servirá para llevar la indignación al Paramento Europeo o para frenar la incipiente respuesta ciudadana, ahora que el “efecto Gamonal” podría extenderse por todo el Estado...
No
nos engañemos, las elecciones no se ganan con el voto de los afines,
sino con
el de los neutrales. Y para estos, el de la Tuerka no es más que un telepredicador
de izquierdas. Otro que se ha cansado de trabajar y ha aterrizado en
la política con la intención de resolverse la vida y conquistar su
momento de gloria
personal. Algo así como la versión roja de Margüenda. Injusto,
pero ...
En el tiempo que nos ha tocado surfear, abundan turistas y faltan viajeros. Sobran dietas, resorts, tour de agencia, resultados previsibles y mensajes de twitter o de whats app, difundiendo los logros propios y los deméritos ajenos. Vivimos en permanente escasez de talento. Ahora, con la euforia desatada entre los próximos por la llegada del esperado mesías, cobran todo su sentido esos versos del gran Jesús Lizano. Un genio proscrito por enemigos declarados y por amigos que nunca lo fueron: “el capitán no es el capitán, el capitán es el mar”. En Gamonal, el oleaje condujo a las tropas. En “Podemos”, observo demasiados aspirantes a oficiales sobre el puente de mando. Ojalá me equivoque.
En el tiempo que nos ha tocado surfear, abundan turistas y faltan viajeros. Sobran dietas, resorts, tour de agencia, resultados previsibles y mensajes de twitter o de whats app, difundiendo los logros propios y los deméritos ajenos. Vivimos en permanente escasez de talento. Ahora, con la euforia desatada entre los próximos por la llegada del esperado mesías, cobran todo su sentido esos versos del gran Jesús Lizano. Un genio proscrito por enemigos declarados y por amigos que nunca lo fueron: “el capitán no es el capitán, el capitán es el mar”. En Gamonal, el oleaje condujo a las tropas. En “Podemos”, observo demasiados aspirantes a oficiales sobre el puente de mando. Ojalá me equivoque.
No se puede solucionar en un viaje un problema de fondo que requiere de toda una odisea.
ResponderEliminarUn cambio político requiere de un profundo cambio social, lo que requiere un cambio de mentalidad y una fuerte implicación del ciudadano en la vía política. Pero eso, eso es aburrido.