Noir Désir. Le vent nous portera. #VDLN 87.

Cincuenta y tres vueltas al sol y aquí seguimos, como nunca, como en cada ocasión que se nos ofrece, con los achaques desmelenados y las ilusiones en cuarto creciente. Pese a las facturas que se cobra la vida, guardamos intacta la capacidad de emocionarnos con lo cotidiano. Según mi madre saludamos al mundo un nueve de diciembre, a las doce en punto, en mitad de una de esas raras nevadas que de vez en vez se asoman a una tierra escasa en fríos extremos. Un presagio, supongo. Tiempo de agradecimientos, de recordar el viaje y a todos aquellos con quienes compartimos parte de la ruta. Unos permanecen, los menos; otros se alejaron con la misión cumplida, como se apartan los insectos de las flores tras el rito de la polinización. Todos sirvieron y en buena parte gracias a ellos somos lo que somos. Nada de lo que presumir, nada de lo que avergonzarnos. Suficiente para un simio del montón sin pretensiones de perdurar.



Concebimos la existencia como una sucesión de errores interrumpida por aciertos esporádicos. De ninguno nos arrepentimos. Aquí continuamos con la certeza de iniciar un tiempo nuevo, de comenzar en lo colectivo y en lo personal otro libro por escribir. Esta vez quizá un cuento de esos que desde niño soñamos sin atrevernos. Como todo lo que de verdad trasciende, sentimientos encontrados. Residuos de tristeza por lo que dejamos; cargamentos de esperanza por lo venidero. Perdimos el miedo al camino. Habrá que ver, habrá que probarlo. Y con la confianza de que como siempre, será el viento quien se encargue de conducirnos.

Creo que la vejez comienza cuando empieza a pesarnos más el pasado que el futuro. No nos sentimos mayores. Las arrugas no son más que otra estafa del tiempo. A cierta edad todo se dibuja relativo. El ayer se recluye en el recuerdo y el futuro se vuelve innecesario. Solo existe el presente. Descubrimos que las puertas se inventaron para abrirlas de par en par a los deseos y que cada instante merece la oportunidad de disfrutarlo.

Tras un largo invierno ártico, en pleno otoño regresó la luz del estío. Decidimos decidir, abrazar el riesgo. Perseguir los sueños con la intención de no despertamos. Continuar la vida con lo que nos apetece y olvidar lo impuesto. Y dejarnos llevar por el viento que sabe más de nosotros que nosotros mismos.



Algo parecido es lo que me dice este temazo de Noir Désir. Una banda francesa cuyo nombre traducido, Deseo negro, expresa tanto de ellos como su música. Empezaron a finales de los ochenta, tocaron el cielo en los noventa, para reinventarse con el nuevo milenio. Sonidos fuertes junto a letras militantes frente al capitalismo globalizador que nos asola. Le vent nous portera. Arte sonoro para una era sin escrúpulos.

Una pena que el vocalista estropeara todo en una aciaga noche de celos, drogas y alcohol. Mala mezcla para la cordura, sobre todo si le añadimos los problemas mentales serios del músico francés. En circunstancias nunca del todo aclaradas, terminó con la vida de su compañera, la actriz Marie Trintignant, durante un rodaje de ésta en Lituania. La familia de la chica y algunos informes médicos hablaban de una brutal paliza; el atestado policial de un empujón aliado con el infortunio. Ni siquiera la Wikipedia alcanza el acuerdo. Distintas versiones en diferentes enlaces. Da lo mismo, aun en el supuesto menos desfavorable, nadie posee el derecho de zarandear a su pareja en el transcurso de una discusión. Una muestra más de que ninguno terminamos siendo lo que parecemos y de que hasta en los sectores más vanguardistas de la sociedad, el machismo y la violencia alimentan lo peor de cada ser. Dos plagas condenadas al exterminio urgente. Ocho años de prisión por homicidio involuntario, vidas sesgadas y una de las mejores bandas francesas de rock, contaminada para siempre por la tragedia. Otra injusticia. Noir Désir era mucho más que Bertrand Cantat. Ponía la voz y daba la cara, pero ni siquiera componía la mayor parte del repertorio.



Quizá por ello me quedo con la versión de una de mis musas, Sophie Hunger, quien ya se asomó a este blog en una entrada que empieza a resultar antigua (La mujer más bonita del mundo) y que enlazo por si a alguien le apetece. Más que un cover al uso, se trata de la reinvención de un tema que lo justifica. Pone de punta los pocos cabellos que me sobreviven.

Espero que les guste. En el inicio de mi quincuagésimo cuarta vuelta sol (si lo pilla un tertuliano suelta aquello de cincuenta y cuatroava y se queda tan agusto), les deseo un feliz #VDLN y una bonita semana. Como cada viernes desde hace muchos, salud y libertad.




Comentarios

  1. Puede ser que algun grupo español la tocará? Es que me suena haberla escuchado. Me ha gustado.
    Que pases buen finde.

    ResponderEliminar
  2. Felices 365 días restantes Rafa, a ver con que frase me quedo hoy, porque tienes unas cuantas que me han encantado. Y gracias por traernos a Sophie Hunger, no la había escuchado antes.
    Pero que linda voz, magnifica elección. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Vaya que estoy de acuerdo contigo "El ayer se recluye en el recuerdo y el futuro se vuelve innecesario. Solo existe el presente." Yo vivo el hoy como si no existiera mañana, por que por años me perdí en el mañana y esta era tan efímera y a veces tan esquiva. Salud

    ResponderEliminar
  4. Preciosa la canción al igual que tus palabras. Un tema bastante bello que lo único que puede oscurecerlo es la historia dramática del vocalista. Las mezclas y excesos nunca fueron buenos. En el fondo una pena. Gracias por traerlos y buen finde.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Lo más heterodoxo