Roberto Carlos. EL progreso. #VDLN 86.


París bien vale un discurso. Parafraseando a Enrique IV, eso deben pensar los llamados líderes mundiales, ante la cumbre sobre el cambio climático que se desarrolla en la capital francesa. Demasiado para la Torre Eiffel. Dos atentados en quince días. Oraciones grandilocuentes para no expresar nada, para aplazar el compromiso y permanecer de nuevo en las palabras. China, USA o Europa coinciden en la urgencia de frenar una realidad que hace apenas una década todos negaban. Lo que antes enjuiciaron como paranoia de cuatro ecologistas amargavidas, hoy se convierte en amenaza planetaria. Designios del oportunismo político. A buenas horas. Tras los titulares de la prensa bufonesca se oculta un mensaje claro: son los otros los que deben reducir las emisiones, los ricos solo pagamos. En el horizonte, el negocio verde como estandarte de los tiempos que nacen, como excusa para el estreno de un nuevo modelo de desarrollo destructivo, imposible de asimilar por el medio.

Nadie escucha a los decrecentistas. Acertamos al profetizar la ruina del euro, la crisis sin retorno del Estado, la imposibilidad de un aumento permanente del PIB y la burrada de asentar la economía española sobre los movedizos cimientos del negocio inmobiliario. Por desgracia (y por humana estupidez) también acertaremos las predicciones sobre el colapso energético. Nuestra sociedad prefiere escuchar a esos señores trajeados que a sueldo de partidos o de multinacionales, se asoman a la televisión para transmitir las instrucciones de sus dueños. Debemos cambiar; convertir el exterminio del maltrato ambiental en herramienta de transformación. Quien no ama la tierra que soporta sus pisadas, no puede querer a sus semejantes ni sentir el más elemental de los afectos: el que cada cual se debe a sí mismo.



Con escasez de tiempo, sin adsl y bajo ese estado de ánimo, les regalo una canción vieja (1.979). Una simple muestra de que quienes ahora se alarman por lo inevitable, caminaron más de treinta y cinco años desoyendo las voces que lo advertían. Una joya de Roberto Carlos. Un resumen en letras gordas de lo que se pudo hacer y no se hizo. Qué ningún político asuma el rol salvador. Todos se volvieron verdugos. El progreso. Un himno personal. Porque yo también... quisiera ser civilizado como los animales.

Aunque se halle fuera de mis estilos más frecuentes, espero que les guste este cantautor brasileño que amaba a los Beatles tanto como a mi de daban grima. Feliz #VDLN, feliz semana. Disfruten del puente con salud y en libertad.

Comentarios

  1. Mi incultura musical me llevo a quedarme solo con el tarareo de esta canción.. Gracias

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  2. Vale, te voy a perdonar lo de los Beatles y te lo cambio por lo del himno. Crecimos con esa canción, vaya que sí. Y yo me la creía y todo. ¡¡Feliz finde!!

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  3. Vaya que hemos coincidido con el tema esta semana. Yo también me paso el trago amargo de una COP21 sin resultados tangibles. Y bueno, a empezar por casa, que los cambios ocurren si todos nos comprometemos. Saludos y buen fin de semana.

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  4. Con la de veces que la he oído y que hasta hoy no me haya parado a escuchar los que dice esta canción!!! Gracias!!!

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  5. Yo no la había escuchado nunca!!!! Pero si allá por el 79, mi año de nacimiento, ya se preocupaba Roberto Carlos por lo mal que trataban los humanos la tierra, los animales y a sus hermanos, pues poco hemos avanzado.
    La humanidad es su única destructora... eso lo oí en una ponencia en la universidad y me caló. La gente va a la suya y no ve más de sus narices, poco les importa que los vecinos se mueran de hambre o de frío, o peor aún por que alguien los bombardea!!!

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  6. Mira que me gustaba esa canción de chaval, no la había vuelto a escuchar en años...gracias por ella y como siempre, un placer leerte. Un abrazo

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