Robe Iniesta. Del tiempo perdido. #VDLN 186

Es tiempo perdido intentar convencer a los seguratas del madrileño Palacio de los Deportes que un chaleco con leyenda, no ha de otorgar por sí una licenciatura en Ciencias de la Chulería y los Modales Horrendos. No es que uno posea especial inclinación en perecer a manos de un chaval envenenado por patrias o por dioses, pero la verdad, tampoco se conocen atentados cometidos por lanzamiento de botellas de agua mineral, ni asesinatos a golpes de patatas fritas. Los brotes psicóticos de esta sociedad tan sometida por el pánico a enemigos casi imaginarios, como consentidora con Manadas miserables y otros riesgos reales que cada día nos asolan, entre una indiferencia que se vuelve cómplice.

Del tiempo perdido
en causas perdidas,
nunca nunca me he arrepentido,
ni estando vencido,
cansado, prohibido.

Foto: Agencia Efe

Es tiempo perdido pretender que quienes acuden a un concierto con la esperanza de encontrarse a los Extremoduro de los principios, se muestren satisfechos con los teclados de Álvaro Rodríguez Barroso, con la voz (tan flamenca como metalera) de Lorenzo González o con el violín mágico de Carlitos Pérez. Los (y las) pobres no comprenden que a los cincuenta y cinco, Robe ha crecido lo suficiente como para alejarse sin renuncias de aquel Rock transgresivo y convertir el escenario en una exhibición de poemas musicalizados por su talento infinito.

Andar, lo que es andar, anduve
encima siempre de las nubes,
saltando sobre el fuego de una hoguera
de una noche de San Juan.
Y otra primavera
que ha tenido que marchar.

Es tiempo perdido pasarse las dos horas de grabación de un DVD que justificaban acomodar el espectáculo a un recinto tan poco propicio, solicitando al intérprete Papel secante, De acero o Jesucristo García. Al igual que quien suscribe estas crónicas tardías de los viernes, el señor Iniesta ni está (ni parece que le apetezca) para Salir, beber, el rollo de siempre… Cosas de los años y del modo en que fueron vividos, imagino.

Queriendo no equivocarme en nada,
por cierto, fallé alguna jugada y,
tal vez te extrañe, no me arrepiento
tal vez de nada.



Es tiempo perdido convencer a quienes renuncian al presente, que la realidad es lo que sucede alrededor de su pantalla, mientras ellos pulsan el play, y que los momentos nacieron para sentirlos, no para coleccionar likes en YouTube o vacíos enlaces de Vimeo. Y que el autor, como propietario privativo de sí mismo, se encuentra en su derecho de negarse por las bravas a tan infame práctica.

Si me caigo y no me levanto,
si lo olvido, recuérdame
que yo soy un poeta
y mi vida una letra
que escribo en hojas en blanco.

Es tiempo perdido aspirar a mejorar un repertorio de ensueño que, salvo en un par de guiños al pretérito, se formaba en exclusiva con el material de su carrera solista; unos arreglos próximos a la excelencia; y una banda capaz de demostrar que el rock, como la ideas, no gana con el ruido, sino con los matices, y que, sin renunciar a lo sustancial, sabe mejor cuando se especia con pianos, acordeones, clarinetes y violines.

Presiento que el frío de mi mirada,
queriendo no herirte nunca en nada,
tal vez te engañe y te haga
pensar que no siento nada.



Es tiempo perdido confiar en que la prensa del borrón y la mancha amarilla destaque otro titular que una frase del cantante, como legítima defensa ante quienes entorpecían su labor enfocando al rostro flashes inútiles, entre otros muchos factores, por evidente impotencia de alcance: «Como sigáis enchufando a los ojos, salgo a la calle, cojo un saco de piedras y a alguno le doy». Haría bien el de Plasencia en cumplir algún día su promesa, que ya está bien de tocar los genitales con los putos móviles.

Del tiempo pasado,
yendo a la deriva,
nunca nunca me he arrepentido,
ni estando del ala,
tocado y hundido.



Es tiempo perdido esperar que esa «invasión de los necios» (Umberto Eco), generada por el torpe uso de la redes sociales, comprenda que la felicidad consiste precisamente en perder el tiempo; en, por ejemplo, dejarlo marchar sentado en un concierto de Robe, en compañía de seres a los que, como en la letra de aquel Si te vas de Extremo con el que abrió los bises, se les nota en la voz que por dentro son de colores.

Para estar contigo las horas,
para estar contigo despierto,
para hacerle al mundo mejoras
y para volar, necesito tiempo.
Únicamente tiempo.

En fin, una vez más, Bienvenidos al temporal . Al de Roberto Iniesta, al mío. Salvando las distancias, siempre a su favor, del talento con que a cada cual nos obsequió la naturaleza, guardan cierto parecido. Se nota que ambos somos cosecha del 62.

Feliz VDLN, feliz semana. Salud y libertad.

PDT: Todos los versos intercalados entre el texto, pertenecen al poema Del tiempo perdido, el himno que regala título a esta entrada.





Comentarios

  1. Quiero creer que no todo es tiempo perdido, que aún tenemos posibilidad de mejorar este mundo de M que nos está tocando...
    Feliz semana, y esperemos perder el tiempo en cosas que nos gustan :)

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  2. Rafa, si dicen que el tiempo es oro, perder el tiempo es la mayor de las magnanimidades.

    Feliz #VDLN

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