Los marginales son ellos

Desde que en los primeros ochenta, conocí la obra de Alberto García Alix, supe que me encontraba ante el mejor retratista español del siglo XX. Para este bloguero, siempre más próximo a captar lo ínfimo que el rostro y el cuerpo de un ser humano, las imágenes del genio leonés afincado en Madrid representan una especie de macrofotografía social. El detalle desafiante y con frecuencia sobreactuado de eso que denominamos marginalidad. Quizá por ello resultan de singular clarividencia sus recientes manifestaciones a La Voz de Galicia : “lo verdaderamente marginal es la política, lo que sale en mis fotografías; eso son necesidades” .


Foto: Alberto García Alix
La RAE define marginal, como persona “que vive o actúa, de modo voluntario o forzoso, fuera de las normas sociales comúnmente admitidas”. La frase de Alberto se muestra tan expresiva del mundo en que habitamos, como esos cuerpos tatuados y desnudos que iluminan sus imágenes. Con el diccionario en la mano, la clase política se adivina marginal en su conjunto. Ninguna norma aceptada por nuestra sociedad autoriza el pillaje de quienes utilizan el mandato representativo en exclusivo beneficio propio y de los suyos. El espectáculo de los últimos días con un partido que usa de caterin los zumos de un comedor social o de un sindicato que se gasta en mariscadas la pasta de los parados, no tolera dudas. Tampoco escapan a este calificativo esos empresarios que reclaman a quienes viven de su trabajo unos esfuerzos, cuyos frutos se encaminan directos hacia los bolsillos del patrón, sin pasar por la casilla de salida, como en las tarjetas de “Caja de Comunidad” de aquel visionario juego del Monopoly. Marginales son esos policías reconvertidos por la clase dominante a chulos de barrio. Que asco dan cuando disfrutan mientras apalean inocentes o cuando hacen negocio con la desgracia ajena. Por cien euros extras la tirada, se bajan de un camión blindado sin otra función que la de liarse a hostias con todo ser inteligente que hallen a su alcance. El grave trastorno de personalidad que se intuye tras esa conducta, no excusa el sadismo empleado contra quienes los pagamos. Y qué decir de esos jueces empeñados en aplicar leyes – como ordenan sus jefes de la banca y de la política- , en lugar de impartir justicia como reclamamos los ciudadanos.

Frente a toda esa pestilente basura, el retrato del pene tatuado de García Alix es propio de un fotograma de bambi. Pura necesidad. Como asaltar supermercados para comer. Como okupar edificios cuando careces de refugio o cuando el Estado protege más el derecho a la propiedad que el de la vida de los ya nacidos. O … como enfrentarse a la policía cuando ésta decide cambiar de bando de modo profesional, culpable y remunerado. Tiene razón Alberto. Los marginales son ellos. Los que viven de espaldas a las normas sociales de común admitidas. Los miserables. Los delincuentes. Los capaces de todo a cambio de unas monedas. Al menos en la parte de mundo con la que me trato y con la quiero tratar, lo aceptado son los vaqueros sin marca, las palestinas, las rastas , la comida vegana, la solidaridad y la cultura. Lo marginal: los intereses personales, los préstamos, las cuentas de resultados, los palos de la madera, los chuletones de un animal torturado, el derecho a la propiedad ejercido en perjuicio del vecino, los coches, las corbatas... Tienes razón, Alberto. Los marginales son ellos.

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