El mito del Frente Popular

He leído atribuida a varios personajes aquella exprimida frase de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Aunque los más ( y los textos serios) la asignan a Goebbels, según el color político de quien la cita, se puede descubrir imputada a Lenin, a Stalin, a Mussolini... Resulta indiferente. Bien a su pesar, ninguno de los candidatos se encuentra en situación de pelear por derechos de autor. La controversia viene más por el sectarismo del citante que por la voluntad reivindicativa del citado.

Imagen: ildefonsosuarez.es
Al margen de la disputa sobre la autoría, muestro conformidad al mensaje. Me recuerda la obsesión de determinado sector de la izquierda española en la unión, en la formación de un Frente Popular liberador que tras la renuncia a las peculiaridades de cada cual, nos socorra del neoliberalismo imperante. Izquierda Unida, Podemos, Alternativas desde abajo, el todas juntas de la Comunidad Valenciana... Se nos presenta tan simple como asumir lo que nos une y apartar lo que nos aleja. Diseñar un programa congruente, ganar las elecciones y ... mundo resuelto. La batalla en las calles pierde su objetivo revolucionario para transformarse en elemento de apoyo; en utensilio al servicio de una estrategia electoral. La construcción sin permiso y al margen de las leyes de una sociedad alternativa, algo innecesario. Ampliar el llamamiento al conjunto de la ciudadanía (no solo "a la izquierda"), una originalidad de "progres" ácratas. Como en matemáticas, lo consideramos un axioma, una verdad tan obvia que no precisa demostración.

Admitida esa Ley que se vende como nacida de la física, a quienes renegamos de todo proceso electoral mientras siga contaminado por normas que predeterminan su resultado, se nos presenta como inútiles intransigentes, como obstinados antisistemas culpables incluso, para los menos espabilados, de la futura llegada al poder de la extrema derecha. Como los seguidores de Nostradamus ( y con similar probabilidad de acierto) encuentran en cada hecho, en cada noticia, en cada artículo de prensa, la confirmación de su tesis. 

Ya que hablamos de frases con autoría controvertida, se me viene a la memoria otra. Aquella que de un modo más o menos literal reza: "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla". Esa historia que parece obligarnos a renunciar a nuestros principios, nació cabezota y se emperra en llevar la contraria a los zurdos de origen neardental. El único episodio conocido de elecciones y Frente Popular se produjo en la España de los años treinta. ¿Resultado? Una masacre y "cuarenta años de paz". Al menos en aquella ocasión, no fuimos los afines a la abstención quienes equivocamos la estrategia, ni los detonantes del despertar fascista. Si estúpido e injusto parecería achacar la Guerra Civil a un gobierno legítimo, nacido de una legítima coalición electoral; estúpido e injusto es culpar de todos los males a los cercanos en cuanto no sigan de modo estricto el manual de instrucciones. Ese vota, obedece y prohibida la crítica.

Curiosa la facilidad con que se pueden manipular los hechos. Buena parte de la izquierda oficial, esa que pone verde a Evolé por demostrar lo sencillo que resulta reinventar la verdad, considera probado que una abstención del ochenta por ciento y una presión insostenible en la calle, no sirven. También y con el mismo rigor argumental que una victoria electoral con mayoría suficiente se convierte en el míster Proper de la política. Todo limpio y como nuevo con solo pasar un paño. Según dicta su discutible criterio, la primera opción conduce de modo inevitable a la barbarie, mientras la segunda solo provoca cambios pacíficos. Que miren a la España del 36. Por ingenuidad o por interés – no me atrevo a emitir un veredicto –  desconocen que ningún animal renuncia de buenas a sus territorios de caza. Los defiende hasta la muerte. Su expulsión sin ciertas dosis de violencia, república de ilusos. Y, sin embargo, insistimos en el rezo y la predicación por la llegada de un mesías que al mando del Frente Popular, expulse con la fuerza de los votos a los mercaderes del templo. Sigamos esperando a Godot. Nos va muy bien.

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