Wim Mertens. Lucha por placer. Vdln 25

Aunque para los más jóvenes resulte incomprensible, hubo un tiempo en que los discos se compraban. Era un acto colectivo, ritual, revestido de la misma solemnidad que elegir el teatro con el que conceder carisma a una vulgar tarde de domingo. Cada cual tenía su tienda. Metralleta, Melocotón o Madrid Rock en la capital; Chelix o Lalo's en mi pequeña ciudad provinciana. Todas constituidas en domicilio social de las diferentes tribus del asfalto urbano. En mi entorno, pasábamos de Discoplay o El Corte Inglés. “Solo servían horteradas”. Conocíamos a los dependientes – y ellos a nosotros –, como mi madre a ese pescadero de siempre que le reservaba la merluza fresca. Fresca de congelador, a juzgar por la mirada de la difunta. Tras devorar novedades durante horas y con la megafonía suplicando la inmediata evacuación del inmueble, salíamos cargados con algún EP de fabricación casera, diseñado a medida de los limitados presupuestos de la época. 
WIm Mert
Muy a finales del 83, decidí consumir una de aquellas tardes en alguno de mis santuarios de cabecera. Intuyo que a la caza de lo más nuevo de Siouxsie, de los Nikis o Décima Víctima. Tras descender tres escalones (sin razón que lo justifique casi todos los garitos se ubicaban en sótanos), un sonido diferente, inacostumbrado por elegante, conquistó primero los oídos; después el alma.

– No se que suena, pero me lo quedo.






Salvo en Londres con el Heartbeat de Psychedelic Furs, nunca antes había tomado una decisión tan apresurada. El príncipe de la duda fue por una vez el pistolero de Ricardo Chirinos; el más rápido en disparar.

– Es de Wim Mertens, un pianista belga que hace N.A.

Asentí como si ya entonces coleccionara obras de John Surman o Mark Isham. En plena juventud, asumir en público tamaña ignorancia, suponía dilapidar un prestigio forjado sobre un tercio de conocimiento y dos de pedantería. Un par de años después no hubiera padecido ese íntimo bochorno. Ramón Trecet y sus diálogos de Radio 3, nos afiliaron a esa nueva forma de concebir las artes, bautizada como New Age. Al envolver el vinilo, los sentidos se mudaron a la portada. Una obra maestra del diseño postmoderno. El nombre de la discográfica, que tradujimos del francés como Los Discos del Crepúsculo, condimentó con unas dosis de embrujo decadente mi nueva adquisición. Pinché el LP hasta convertirlo en nada. Sin enchufes, sin guitarras, sin baterías, sin atronadores bajos eléctricos, un puro misterio la causa de aquella adicción.

Pasados casi treinta años, los veinte bajo cero de la frontera franco-suiza se aliaron con un vendaval de norte. Mi despedida de las ultramaratones de esquí nórdico, tomó el rostro de la agonía. Si los primeros, los profesionales en plenitud, terminaron con las retinas congeladas (no es metáfora); resulta fácil imaginar la tortura de los militantes en la insigne categoría de veteranos zoquetes. La ascensión al Forêt de Rizoux, el postrero escondite del urogallo del Jura, marcaba con sus pendientes del veinticinco por ciento, el clímax del masoquismo. Cuando la razón con razón sugería el abandono, el MP·3 en modo de display aleatorio, decidió pactar con el Marqués de Sade. A media rampa, me obsequió el Struggle for pleasure de Mertens.




Entre los “alé-alé” de cientos de desconocidos, comprendí al fín el tema de Wim y... el fundamento jurídico de aquel sufrimiento inútil. Luchar por placer. Lo que ejercía cuando en la juventud practicaba artes marciales; cuando estudiaba; cuando jugaba al ajedrez; cuando aprobé oposiciones a base de dimitir para siempre del sueño; cuando combatí por la vida y acompañé hasta la muerte a un ser que no podía quedarse; cuando abandoné mi envidiado puesto de funcionario de carrera y me lancé a la aventura como insecto autónomo; cuando decidí dejar de ser yo para convertirme en padre; cuando terminé los 72 kilómetros de aquella Transjurassienne polar, sin más consecuencias que unas olvidadas congelaciones en el rostro; cuando renuncié a la necrofagia por amor a los otros animales; cuando guerreo en el teclado y en las calles por mi visión de un mundo más justo; cuando contradigo la opinión mayoritaria y me niego a votar para no convertirme en cómplice; cuando peleo contra los dolores de cabeza y contra esa mala cabeza que no cesa de darme dolores; cuando me levanto cada mañana desobedeciendo a una depre enamorada de mis sesos; cuando, como todos, intento reconstruir la vida sobre las cenizas de lo que quise ser... Lucha por placer. Una composición mágica para dotar de algún sentido a la mágica experiencia de existir.

Mertens es mucho más que la sintonía de una mente en perpetuo conflicto. En premio a la paciencia que les condujo hasta aquí, acompaño otras dos muestras de su desbordante talento. Four mains y Their duet, muy conocida por un anuncio de la tele. Diseño de alta costura para vestir a su autor con el jersey de líder del minimalismo musical.




Wim Mertens, multiinstrumentista virtuoso, cantante contratenor, productor discográfico y de TV, licenciado en Políticas, en Musicología y en unas cuantas cosas más. Un belga de Flandes, lo bastante viajado como para hacer tan compatibles como estériles ambos rasgos de su origen. La mejor compañía para disfrutar de este finde de otoño. A por él. Me refiero obviamente al finde. 

Si me permiten un deseo redundante, sean tan libres como felices... mientras seguimos luchando por placer. Salud.

Comentarios

  1. como me ha gustado volver a leerte, entre esa música y tus palabras se pierde una.

    besos.

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  2. Muy bueno. Yo era consumidor de la Discoplay, pero debo reconocer que buscaba y buscaba qué comprar, porque aunque había cantidad, nunca me conformé con las secciones de superventas. En mis tiempos tanteé el terreno de la New Age, pero sólo rasqué la superficie, me temo. Nyman y poco más.
    Buen finde ;)

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    1. Yo también compraba en Discoplay, pero cualquiera lo reconocía. Buen finde

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  3. Aunque para nada me sorprenda, es de esas veces que te retratas en la música y en el texto. Este último precioso. Lo de que ya no se compren discos es una putada. Todos salimos perdiendo. Bsssss.

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    1. Algunas pierden más que otras ja,ja,ja. Gracias, buena semana

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  4. Me ha encantado! Me dejado tu página puesta para poder reproducir otra vez los videos.

    Muchas gracias!

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  5. Hola Rafa, vaya nivelazo está tomando el viernes dando la nota, a mi me encantaba ir a las tiendas, ya desaparecidas de discos, aún guardo algunos de vinilo..jajaja, pero me doy cuenta que me falta mucho por aprender de musica!!, gracias por tu entrada!!

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    1. A mi también me falta mucho por aprender, en realidad casi todo ... y no solo de música. Gracias a tí. Buena semana.

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  6. Vaya... increible. Yo poniendo musiquilla que a mi me gusta, y otros como tú demostrando un verdadero amor por este mundo... Espectacular leerte. Gracias!

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    1. Tú pones músiquilla de la que al menos a mi me gusta. Gracias, buena semana.

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  7. La primera canción que oí de Wim Mertens fue Maximizing The Audience. La música del belga me ha acompañado y sigue acompañándome en los momentos de estudio y en los que necesito paz. Me alivia el alma.

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