The Durruti Column. Love no more. #VDLN 89.

Año nuevo. Bisiesto. Trescientos sesenta y seis días a estreno. Como todo lo que empieza, tiempo para la esperanza. Cuesta, lo reconozco. Pero si nos alejamos de las trampas cotidianas, de las discusiones estúpidas sobre reyes o reinas magas, de las preocupaciones sobre amenazas con igual probabilidad de materializarse que de que gane la liga el Granada, habremos empezado a recorrer el camino. Me confieso mucho más feliz desde que la política me resbala. Me importa un rábano quien regente el poder. Se vestirá de conservador con independencia del disfraz con el que se presentara a los comicios. La ley de La Casta. Cómo si no hubiera justas causas por las que dejarse el alma, para gastar la vida en resolver la de unos cuantos vende-mantas con sobredosis de egolatría.



No precisamos gobiernos renovados, quizá ni siquiera gobiernos. Necesitamos amor. Amor fraternal, amor filial, amor de pareja, amor de amigo o de amiga, amor a los semejantes y a los diferentes, amor a los animales, amor a las plantas, amor a cada piedra de este planeta que nos empeñamos en destruir. Como reza el título de la canción que elijo para inaugurar el año: amor, no más. Un deseo, una ilusión.



Me aproximé a The Durruti Column por el nombre, como el que compra Ariel en el súper de la esquina porque le suena la marca. Me pilló en medio de un cambio existencial, en plena digestión de Proudhon, de Fauré o de Landauer; afiliado a aquel post-punk ochentero que nos llegó tarde. Tiempos difíciles en lo personal y en lo colectivo, con tasas de paro similares a las de ahora y un precio del dinero que convertía los viejos billetes de mil en perfumes de Clive Christian. A Vini Reilly (el espíritu de La Columna de Durruti) y a mi nos sucedió lo mismo: no enamoramos de aquella denominación sin conocer la causa. Amor a primera vista de los que al estilo Calamaro, Sin Documentos, perduran toda una vida.

Hace apenas un par de años, me conmovió la noticia de que un infarto cerebral lo alejaba para siempre de su guitarra. Lo pasó mal. Algunos amigos recurrieron a la gratitud de los fans para recaudar la liquidez con que garantizar al genio el tratamiento adecuado y el pago de las deudas contraídas durante su enfermedad. En el primer día se recaudaron más de tres mil libras. Los cincuenta euros mejor gastados de mi existencia. Es lo mínimo que le debía a uno de los mejores músicos a los que tuve el placer de admirar. Alguien capaz de componer el tema que ilustra esta entrada, de llorar a su madre con Requiem for my mother (mi preferida y sospecho que también la del amigo José María) o de dar la bienvenida al verano con su Sketch for summer, lo merece. Nunca lo consideré un acto de generosidad. Amor al arte. Love, no more. El nuevo mundo que algunos seguimos llevando en los corazones.





Feliz 2.016, feliz #VDLN, feliz semana. Que los disfruten con salud y en libertad. 

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Comentarios

  1. Todo son descubrimientos para mi hoy! Me resulta algo triste.. pero siempre hay ocasiones para disfrutar de este mecido musical. Gracias!!

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  2. Estabas tardando. Año y pico con esta sección y Reilly sin aparecer. Me gustan todas, pero el requiem está un puntito por encima. Feliz año y feliz libro. Para cuando las presentaciones? Un besazo.

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  3. Me gusta la melancolía de estos sonidos, no lo conocía. Ante todo Feliz Año, que podamos terminarlo todos los amigos del VDLN con Salud y Paz. Buena semana!

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  4. Que chulas son Rafa y me encanta como escribes los post. Las tres son muy especiales, la verdad que cuesta decidir, la segunda me resulta con un sonido como de jazz hecho con instrumentos de rock, muy peculir y evocadora.
    Salud, libertad y buena semana Rafa Hernandez, un beso.

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  5. Qué gozada! Y efectivamente, la segunda me tira más. Gracias por descubrírmelo ;)
    Un abrazo

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