Dover. El diablo que nunca se fue. #VDLN 101.

Supongo que acontecería durante alguna de mis infinitas crisis existenciales. Quizá me pilló viejo y esclavo del ansia de conocerlo todo, como el Fausto de Goethe; o tal vez joven, ambicioso, como el bluesman Robert Jonhson, de quien se cuenta que entregó su alma al maligno a cambio de reinar en el delta del Misisipi. Igual fue la simple consecuencia de la curiosidad infinita que me obsequió la genética o del aburrimiento que me provoca la expectativa de ascender hasta los cielos, para disfrutar en cuerpo glorioso de la bondad eterna. No lo recuerdo, decidí olvidarlo como casi todo lo que importa. Lo cierto es que un buen día coincidí con el diablo. Firmamos un pacto cuyas condiciones aún mantenemos en secreto. Él o lo mismo ella que no hay razones suficientes para atribuir a la maldad sublime el género masculino, cumplió su parte. Mintió por mí en difíciles circunstancias. Me libró de una buena. Pasado el tiempo y tras múltiples avatares, regresó para cobrar su deuda. Le pagaré con gusto. Tendrá sus cosas, como todos, pero no puedo negarle la paciencia. A fin de cuentas, los dos somos gente de palabra.


Más o menos esta paranoia se me viene a la mente cuando escucho el tema que hoy les propongo. No intenten comprenderme, no pisen el curro a los psicoterapeutas. Solo disfruten de una de las mejores canciones fabricadas en esta península maldita. Como resulta habitual en la banda madrileña, letra de Cristina y melodía de Amparo, la guitarrista del brazo tatuado y la sonrisa perpetua. Se la obsequio en cuatro versiones. La más reciente en la sala El Sol, a dos pasos de la calle Montera, el día del directo con el que inmortalizaron su vuelta al rock de los orígenes.



Le siguen una preciosidad cocinada al violín que ya suma sus años y otra acústica mucho más cercana, con las Llanos a dúo, tal como se coció la partitura; sin especias que deterioren un guiso que no las necesita.



Y la última... aquella del 2.000 en La Riviera, en plena gira late at night, cuando la luna brillaba roja y la noche se convirtió en mi amiga; quizá el instante en que sellé el pacto con ese diablo que identifica a la banda más exitosa de la música española. 

Cuánta envidia despiertan. No les perdonan lo de triunfar como mujeres, sin ejercer de barbies o de chicas de coro, en un ámbito dominado por un machismo rancio que aún perdura. Tampoco lo de pertenecer a la extinta clase media, en unos ambientes en los que solo sirven los tipos duros de barrio o los hijos de sus padres disfrazados de transgresores modelnos. Los obispos del gremio a lo suyo, a sacar las tiras. Traidoras a no sé que causa, en cuanto mueven una nota, en cuanto dimiten del aburrido oficio de repetir lo mismo de la misma manera. Si Luz Casal (otra dama a la que admiro) se marca un disco de boleros, lo califican de obra maestra, de la lógica evolución del ser humano al ritmo de la edad. Si Olvido Gara opta por asesinar la herencia sonora de Carlos Berlanga, la convierten en mito televisivo. Pero si las inventoras del grunge nacional emprenden un viaje turístico hacia la electrónica o hacia los sonidos africanos... 



Un injusto trato para quienes llevan veinte años dejándose la piel sobre las tablas. Hasta que ganaron lo suficiente como para vivir de esto, la mayor de las hermanas curraba como una bestia vendiendo trapos en la tienda materna y la pequeña se escapó a buscar fortuna en Londres, mucho antes de que nadie acuñara el gastado término de la generación perdida. Si en algún momento eligieron un manager con aparente trastorno histriónico-narcisista (o una cara como un templo, según se mire), no deja de ser su problema. Y además es el mismo que el de Leonor Watling o el de esa cosa llamada Fangoria y nadie lo cuestiona. Dos tías sin pedigrí, capaces de vender setecientas mil copias reales de un disco de rock que se fabricó en veinte días y con ochenta mil pesetas de presupuesto, pueden merecer la crítica si su trabajo no llena, pero también el respeto que con frecuencia se les niega.

Pese a quien pese que deben ser legión, a juzgar por los veredictos que se leen cada vez que cambian o cada vez que vuelven... Doverdevil came to me. Porque aunque en ocasiones por variar se vistan de otra cosa, los ángeles malvados siempre regresan al infierno. Y en este celestial mundo de locos, no se conoce nada más honesto que una cuadrilla de diablos.



Dada la diversidad confío en que alguna de las versiones resulte de su agrado. Del mío todas, cada una en su momento, creo que se nota. Feliz viernes, feliz semana. Disfruten como se merece del hipnótico encanto de lo perverso. De resultar factible, con salud y en libertad.

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Comentarios

  1. Me han encantado tus palabras, no se puede escribir mejor!! La canción un temazo y ellas dos artistas como la copa de un pino (aunque no se les reconozca como se merecen). A mí también me han gustado todas, pero si me he de quedar con alguna es con el Acustico & Violín, creo que suena genial!! Saludos!!

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    1. Gracias a ti. Me alegro que comparatmos la debilidad por la Llanos. Feliz semana

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  2. Grandes!! Muy grandes!! Las tengo pendiente para un VDLN de esos que hago recordando ciertos momentos de mi vida porque marcaron claramente una época y es escuchar esta canción y me vienen las imágenes como si fueran ayer. Saludos!

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    1. Para mi Dover significa mucho, en la música y, como bien dices en las vivencias que las canciones llevan inevitablemente asociadas. Feliz semana.

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  3. Me encantan, esa voz rasgada la tengo clavada en la memoria. Pero también he de reconocer que me decepcionó mucho su giro "disco". Yo también estoy esta semana en modo diabólico.

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    1. Me temo que el "giro disco" no fue muy bien transmitido (con Vaquerizo de por medio, no me extraña) o no muy bien entendido. Hasta donde sé, Amparo se sintió agotada tras The Flame. Creyó que su creatividad había tocado techo por esa vía y ante la perspectiva de pasarse la vida diseñando acordes similares para que aquello pareciera Dover y seguir ganando pasta, decidió arriesgar y explorar otros caminos. Justo lo contrario a lo que se vendió, cosas del marketing. Terminaron hasta el gorro de aquella vida fashion que no va nada con sus formas. He escuchado temas de follow the city lights interpretados con una simple guitarra y personalmente me parecen brillantes. Eso sí los arreglos con los que se comercializaron, sin que nadie nos escuche, horrorosos. En cuanto a Dannayá me temo que debo ser el único español al que le gusta, con tres o cuatro temas que cuando se decidan a tocarlos "de otra forma", no desmerecerán a alguno de sus clásicos. De todos modos, todos vamos cumpliendo años (la mayor es más o menos de mi edad) y llega un momento en que necesitas hacer la música que te gusta y ellas, pese a sus principios, siempre fueron muy The Police o REM, en un caso, y muy Mccartney en el otro. Es solo una intuición. Gracias por tu comentario. Feliz semana.

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  4. Que post más chulo, el texto lo has clavado y Dover... cuanto tiempo, no sé si voy a poder dejar de cantarla en mi subconsciente. Buen finde

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    1. Muchas gracias María José. Me alegro que te gusten la música y la letra.

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  5. No sé con qué versión quedarme, la verdad. Supongo que la guitarra acelerada de Amparo me puede, ya me conoces ;)
    A Dover le dieron el hachazo, pero aún así, se les reconoce, abrieron bocas en su momento. Creo que más por desilusión que por crítica injusta. Gustó tanto, que muchos queríamos repetir plato ;)
    Salud, y feliz semana

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    1. A mi también me puede la guitarra de Amparo... a cualquie ritmo. Salud.

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