La cumbre? social?
Reconozco
cierto recelo personal hacia las cosas y las personas con nombres rimbombantes.
Tras más de 20 años en el ejercicio de mi actual profesión, me siguen dando
grima esos notarios de apellido forzadamente compuesto. Para saber de leyes no
es imprescindible ser pedante. Quizá por ello lo de la Cumbre Social me suena
feo. Como la wagneriana Alianza de las Civilizaciones de Zapatero, pero de andar
por casa. Una denominación pretenciosa para un simple pretexto con el que
ocupar unas portadas y justificar unos pocos salarios.
Tal
como pinta, la Cumbre Social es a una reivindicación ciudadana lo que la
redondeada y segoviana cima del Montón de Trigo, a las afiladas aristas de la
Mira o del Almanzor. Puro sucedáneo. Un monte sin dificultad y sin mérito. Una sencilla excursión con la que convencer a
unos scout treceañeros de que han estado a punto de ascender el K2. Y todo sin
correr el menor riesgo y con la certeza de devolverlos a sus emocionados padres
sin otro rasguño que el producido por la espina de algún cardo.
Como
hubo quien llegó a reclamar ayuda para no apreciar mala fe en las palabras del
bueno de Carlos, desde esta heterodoxia vocacional vamos a ser solidarios
e intentar prestarla. Desde ya aclaro que cualquier referencia a
“los sindicatos más representativos” ha de ser entendida como hecha a sus cúpulas,
nunca a las bases, formadas por ciudadanos a los que no solo respeto sino que considero “de los míos”.
Confieso
que durante la transición y primeros pasos de la monarquía liberal, eso que
algunos se empeñan en denominar democracia, mi preocupación política fue más
bien escasa. Una vez superada una primera adolescencia de patrioterismo
hereditario, por edad y vocación estuve más atento a Parálisis Permanente o a Los
Nikis que a Felipe González. Creo que acerté.
Eran gente de más fiar. Lo más político a lo que atendí en esos días fue
aquella desdichada frase de Tierno con la que instaba a los rockeros a
colocarse y al loro. Ese día,en el que aprendí que a cambio de unos pocos votos
a ningún cargo le importaba lo más mínimo si del cuelgue volvía o no la mitad de la peña. No voy a
opinar entonces de aquella época. Pero de la actual podría ser un empezar y no
parar.
Por si
alguien lo olvidó, recordamos que ya existe una movilización ciudadana activa y
vigente que nació en las plazas hace dos primaveras. Esa movilización alcanza
al menos cuatro reivindicaciones principales: regeneración democrática,
justicia socio-económica, equilibrio
ecológico y la construcción de un nuevo mundo no-globalizado. Y todo desde una
óptica anticapitalista. Quien quiera
subirse al barco sabe que queda sitio en cubierta. Doy por supuesto que no lo
harán. A esa clase de sindicatos se los regaló por decreto la exclusiva de la
representación social y como buenos hijos únicos han salido maleducados,
egocéntricos y nihilistas hasta el
extremo. O se suben al puente de mando o no navegan.
Por
eso, porque ya existe un movimiento ciudadano vivo, abierto y siempre en
proceso de construcción es por lo que me extraña que ahora haya quien pretenda
fabricar uno nuevo pero en torno a una sola de las patas -la
socioeconómica- que es la que
representan y pueden representar los sindicatos. Y encima en nombre de la
unidad. El que empiezo a necesitar que me lo expliquen soy yo.
El asunto puede resultar divertido. Os imagináis a los líderes
sindicales clamando en las plazas contra los profesionales de la política que
se perpetúan en el cargo , cuando Méndez, si las hemerotecas no fallan, lleva
desde el 94 sin mover media ceja. Os imagináis al Toxo y al otro protestando
contra un bipartidismo político fundado en las mismos principios que el
bipartidismo sindical del que ellos disfrutan desde el origen de estos tiempos.
A los de CNT o USO les pueden salir hernias de tanto reír. Tampoco iba a estar
mal la cara de los grupos anti-globa mirando
las fotos de determinados personajes con el rey. O la de la gente de Greenpeace
o Ecologistas en Acción compartiendo mesa con quienes miraban para otro lado
mientras se arrasaban en nombre del crecimiento económico y del estado del biengastar bosques, costas y montañas. Con todo, lo mejor será cuando pidan la
dimisión de Rajoy por adoptar la política contraria a la que prometió en
campaña. Igual hasta los hace caso que en eso son gente con experiencia. Como es obvio no me refiero a lo de dimitir.
El
argumento definitivo para los afines, es que su capacidad de movilización justifica
hacer pequeñas concesiones. No estoy de acuerdo. El éxito de una convocatoria
no se mide por el número de asistentes, sino por la repercusión de las
ideas. Hoy se publicaban en prensa nuevos datos sobre la aceptación social del
movimiento “indignados” y cercanos. El que quiera puede compararlos con los
índices de popularidad de los líderes sindicales que periódicamente publica el
CIS. Yo no lo haré, no me atrae la crueldad. Pero sí dejar
constancia que si lo que pretendemos tal como repite con insistencia y acierto el
compañero Alberto Garzón, es llevar el mensaje altermundista a una mayoría
social, es conveniente elegir con esmero las compañías adecuadas. Además,
seamos serios, quién sacó a los funcionarios a la calle en la última manifa
antirecortes, no fueron los sindicatos más representativos. Fueron Rajoy, una
paga extra y tres moscosos. Antes y después cuando se hablaba de educación, de
sanidad, de paro o de dependencia, ni dios. No nos engañemos, fue
la puta pasta y no unas siglas.
Habrá quien considere que ahora que parece
que se mueven en la dirección correcta hay que aprovechar. Por mi parte tal
como expresaba Gala en una preciosa entrevista publicada en “El País” de ayer: "Hay cosas que no se deben perdonar. Si las perdona Dios, allá él".
Publicado en:
Attac España
Attac CLM
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