Triana. Recuerdos de una noche. Amores inexplicables (VII). #VDLN 121
Qué frío pasamos. Un error de principiante en alguien que vivió sus mejores días sobre las nieves de las montañas. Que quién iba a pensar que en agosto habría diez grados en el Puerto de Navacerrada. Pues cualquiera con cierto hábito de circular de noche por ese cuchillo natural que descuartiza Castilla en dos porciones casi exactas.
No fue malo el lugar escogido. La luz suficiente para manipular sin riesgos el material, la oscuridad necesaria para que el espectáculo no se turbara. Primero montamos el trípode, después la cámara. Enfoque al infinito para un obturador abierto durante veinte segundos. Aun conscientes de que la calidad de la toma se resentiría, ochocientos de sensibilidad y apertura cercana a la máxima. A ver que pasa. Aunque probamos otras combinaciones, como casi siempre, la primera idea resultó la más grata.
Nace el sol, por la mañana
y de noche, se oscurece
y la música monótona del grillo
te adormece
y te lleva
y te eleva.
Tiempo sin saber, ni dónde estás
tiempo que se fue
sin avisar.
Pero intento descubrir
si la verdad
forma parte de mi ser
y de tu ser.
Tiempo que se va...
Crece el árbol, nace el trigo
y los recuerdos, también crecen
y los días van curando las heridas
de tu mente
y te lleva
y te eleva.
Tiempo sin saber...
Durante largo rato esperamos en vano a que el tráfico bajara. Dónde iría tanta rueda de Rascafría a Villalba. Como en la danza de la muerte entre presa y verdugo, no se distinguía cual de las dos partes mostraba mayor sobresalto. Tanto que los coches se detenían y enfocaban con los faros asesinando instantáneas. Lo mejor, la charla. Perfecta con el amigo; agradable con esos seres sin rostro con los que compartimos una fusión magnética de tinieblas y esperanzas. Elegimos un trozo de cielo hacia el nordeste en el que apostarlo todo a doble o nada; nuestro sino cruel en esta vida, nuestro modo común de ejercer la existencia. Sentíamos envidia perversa de quienes lograban alguna captura sin otra herramienta que la humilde lente de un móvil de marca. No se trataba de diseñar una obra de arte, para eso nuestro sobrevalorado cerebro de simio omnívoro ya diseñó otros entornos. Tampoco de ganar nada. Solo de disfrutar, disfrutando de algo que entusiasma.
Quizá por esa extraña mezcla entre fracaso y sensación térmica, sucumbí a la necesidad de apartarme de todos por un rato. Encontré la excusa en hacer lo que uno hace cuando en el campo se aleja de la manada. La noche me trajo el recuerdo de otras noches, también hermosas, también estrelladas. Nunca entendí tu sometimiento a la contemporánea dictadura de la estética. Jamás te amé porque fueras bonita, te encontré preciosa porque te amaba. Y aunque – pese a una edad que va lastrando – aún albergo la esperanza de que el destino modifique mi criterio en otras manos, sigo convencido de no haber contemplado mayor belleza que la de aquel amanecer, tras una noche amplia. Yo, en el paraíso; tú sin maquillar – como a mi me gustaba –, con los ojos abstractos de rímel, vestida con mi camiseta larga.
Tú que me hablas
reina de la morería
cada vez que estás a mi vera
siento una gran alegría.
Cada vez que estás a mi vera
siento una gran alegría.
Yo tunando a tu ventana
yo me he venido a parar
en recuerdo de una noche
que nos vimos de verdad,
en recuerdo de una noche
que nos fuimos a enamorar.
No cierres tu puerta con llave
a mi corazón sediento
que no importa que sepan la gente
compañera, compañera
que la Luna se baña en el río
compañera, compañera…
La euforia colectiva por el clímax celestial, me devuelve al presente. Un rato más y recogemos, hasta esto cansa. De regreso a casa, con otra decepción que acumular a la espalda, decido revisar las tomas. Tal vez la diminuta pantalla de la EOS me impidiera en directo contemplar alguna presa; tal vez las cosas no pintan tan feas como a veces las vemos y siempre queda una esperanza. Nada. Un tanto atemorizado por la previsible respuesta, descargo las fotos antes de borrarlas. Abro darktable, el software libre que empleo para los raw desde que decidí eliminar de mi existencia cualquier huella de multinacional. Reviso con afecto fotograma a fotograma.
Y... en una toma tan mala que no permite ampliarla, allí estaba. Pequeña, discreta, decadente, convencida de su inevitable fracaso, agredida hasta la sangre por las luces del progreso. Surcando el cielo orgullosa, aun consciente de su desintegración inmediata. Sin duda, mi estrella.
Espero que les gusten los Recuerdos de una noche evocados por los sonidos más oscuros de Triana, quizá la mejor banda de la música popular española. Jesús de la Rosa y su obra merecen una actualización diferente a las comerciales notas de El Barrio, a los ritmos metaleros de Medina Zahara o a ese delito legal de suplantación de personalidad que promovido por Juan Reina y consentido por la titular de los derechos sobre nombre del grupo (la viuda de Tele), continúa en activo. Triana, los que murieron en 1983 en fatal accidente a la altura de Villariezo, fueron, son y serán, uno de esos amores inexplicables, inmunes a la enfermedad del reloj. Quizá porque de ellos aprendimos que llevamos demasiado Tiempo sin saber o porque nos enseñaron que, tal vez, la vida no sea más que un permanente contraste de Sombra y luz.
Una esquina cualquiera
y bajo la luz de un farol
dos jóvenes hablan
se cuentan su vida
y la ilusión de aquel amor
de aquel amor.
Sueñan con ser grandes
con ser importantes, qué más da
pero sólo queda
un poco más tarde
la luz del farol
para alumbrar su soledad.
Disculpen las imágenes fijas en los vídeos. No hallé otra cosa. Feliz #VDLN, feliz semana. Salud y libertad.
Para ver las reglas y las canciones propuestas por el resto de participantes en este juego de blogs, pulse el botón.

No fue malo el lugar escogido. La luz suficiente para manipular sin riesgos el material, la oscuridad necesaria para que el espectáculo no se turbara. Primero montamos el trípode, después la cámara. Enfoque al infinito para un obturador abierto durante veinte segundos. Aun conscientes de que la calidad de la toma se resentiría, ochocientos de sensibilidad y apertura cercana a la máxima. A ver que pasa. Aunque probamos otras combinaciones, como casi siempre, la primera idea resultó la más grata.
Nace el sol, por la mañana
y de noche, se oscurece
y la música monótona del grillo
te adormece
y te lleva
y te eleva.
Tiempo sin saber, ni dónde estás
tiempo que se fue
sin avisar.
Pero intento descubrir
si la verdad
forma parte de mi ser
y de tu ser.
Tiempo que se va...
Crece el árbol, nace el trigo
y los recuerdos, también crecen
y los días van curando las heridas
de tu mente
y te lleva
y te eleva.
Tiempo sin saber...
Durante largo rato esperamos en vano a que el tráfico bajara. Dónde iría tanta rueda de Rascafría a Villalba. Como en la danza de la muerte entre presa y verdugo, no se distinguía cual de las dos partes mostraba mayor sobresalto. Tanto que los coches se detenían y enfocaban con los faros asesinando instantáneas. Lo mejor, la charla. Perfecta con el amigo; agradable con esos seres sin rostro con los que compartimos una fusión magnética de tinieblas y esperanzas. Elegimos un trozo de cielo hacia el nordeste en el que apostarlo todo a doble o nada; nuestro sino cruel en esta vida, nuestro modo común de ejercer la existencia. Sentíamos envidia perversa de quienes lograban alguna captura sin otra herramienta que la humilde lente de un móvil de marca. No se trataba de diseñar una obra de arte, para eso nuestro sobrevalorado cerebro de simio omnívoro ya diseñó otros entornos. Tampoco de ganar nada. Solo de disfrutar, disfrutando de algo que entusiasma.
Quizá por esa extraña mezcla entre fracaso y sensación térmica, sucumbí a la necesidad de apartarme de todos por un rato. Encontré la excusa en hacer lo que uno hace cuando en el campo se aleja de la manada. La noche me trajo el recuerdo de otras noches, también hermosas, también estrelladas. Nunca entendí tu sometimiento a la contemporánea dictadura de la estética. Jamás te amé porque fueras bonita, te encontré preciosa porque te amaba. Y aunque – pese a una edad que va lastrando – aún albergo la esperanza de que el destino modifique mi criterio en otras manos, sigo convencido de no haber contemplado mayor belleza que la de aquel amanecer, tras una noche amplia. Yo, en el paraíso; tú sin maquillar – como a mi me gustaba –, con los ojos abstractos de rímel, vestida con mi camiseta larga.
Tú que me hablas
reina de la morería
cada vez que estás a mi vera
siento una gran alegría.
Cada vez que estás a mi vera
siento una gran alegría.
Yo tunando a tu ventana
yo me he venido a parar
en recuerdo de una noche
que nos vimos de verdad,
en recuerdo de una noche
que nos fuimos a enamorar.
No cierres tu puerta con llave
a mi corazón sediento
que no importa que sepan la gente
compañera, compañera
que la Luna se baña en el río
compañera, compañera…
La euforia colectiva por el clímax celestial, me devuelve al presente. Un rato más y recogemos, hasta esto cansa. De regreso a casa, con otra decepción que acumular a la espalda, decido revisar las tomas. Tal vez la diminuta pantalla de la EOS me impidiera en directo contemplar alguna presa; tal vez las cosas no pintan tan feas como a veces las vemos y siempre queda una esperanza. Nada. Un tanto atemorizado por la previsible respuesta, descargo las fotos antes de borrarlas. Abro darktable, el software libre que empleo para los raw desde que decidí eliminar de mi existencia cualquier huella de multinacional. Reviso con afecto fotograma a fotograma.
Y... en una toma tan mala que no permite ampliarla, allí estaba. Pequeña, discreta, decadente, convencida de su inevitable fracaso, agredida hasta la sangre por las luces del progreso. Surcando el cielo orgullosa, aun consciente de su desintegración inmediata. Sin duda, mi estrella.
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Puerto de Navacerrada, agosto 2.016 |
Una esquina cualquiera
y bajo la luz de un farol
dos jóvenes hablan
se cuentan su vida
y la ilusión de aquel amor
de aquel amor.
Sueñan con ser grandes
con ser importantes, qué más da
pero sólo queda
un poco más tarde
la luz del farol
para alumbrar su soledad.
Disculpen las imágenes fijas en los vídeos. No hallé otra cosa. Feliz #VDLN, feliz semana. Salud y libertad.
Para ver las reglas y las canciones propuestas por el resto de participantes en este juego de blogs, pulse el botón.

Creo que es porque no me he criado con este estilo de música, pero no es que me llame especialmente la atención. Pero igualmente están bien.
ResponderEliminarProbablemente, a mi me influye el que fuera la música con la que empecé a vivir el tránsito hacia la adolescencia. Gracias por comentar. Feliz semana.
EliminarNo sé de donde sacas la creatividad, pero cada semana te superas, tanto por la música, guste o no, siempre de calidad, como por el texto. Aunque no soy quien para darte consejos, deberías hacer algo con ellos. No merecen perderse en el anomimato de un blog. Joder, derrochan sensibilidad. Enhorabuena y gracias por hacernos disfrutar leyendo, sufrir un poco a veces y no dejarnos indiferentes nunca. Un beso
ResponderEliminarAnaconda.
Gracias a ti Ana. Algo haremos con los viernes y con otras cosas, pero no es fácil. El puñetero tiempo o la falta de él. Feliz semana. Un beso.
EliminarWowowowowowo... ¿cómo le haces? ...la música no la conocía y es extraordinaría, al menos a mí me gusta. ¿Pero tus letras? ...tus letras son aún mejor, de verdad. Envidio un poco esa forma y calidad de escribir.
ResponderEliminarUn beso y buen fin de semana.
Muchas gracias Alma. No por por pelotear, pero estuve echando un ojo a tus imágenes y... me encantan. A mi no me gusta nada lo que escribo. Soy incapaz de leerlo una vez publicado, me da muchísima vergüenza. Lo paso fatal en las presentaciones de los libros, cuando toca recitar algún poema. Es más una especie de terapia obediente a la necesidad de sacarme las cosas de la cabeza del único modo que me salen. Feliz semana.
EliminarExcelente texto, Rafa. Otra vez. Hace años, sentados en un café de la Glorieta de Bilbao, me dijiste "el arte tiene que doler, si no no es arte. Pues tus palabras duelen muchísimo casi siempre. Tomalas lo en serio que se merecen. Un beso.
ResponderEliminarAlgún día que me pillarías estupendo, aunque reconozco que comparto la frase. Muchas gracias, nos vemos pronto, si no te arrepientes a tiempo. Un beso
EliminarCuando te gusta algo, siempre se vuelve bello. Y sea terapia o no, te gusta escribir. Otra cosa es que te guste leerte, pero esa es ya otra historia...
ResponderEliminarFeliz #VDLN
Precioso texto, enhorabuena por haber capturado tu estrella, no siempre se consigue. La alta sensibilidad que has utilizado en la cámara, la comparo a la tuya a la hora de escribir, otra semana más me ha encantado tu texto. Y el grupo muy interesante, no los conocía, pero tienen algo que engancha...Feliz semana y hasta el próximo #VDLN!
ResponderEliminarLlego un poco tarde pero ¡Madre mía que recuerdos!! Mi padre me ponía estas canciones cuando era una niña :D El texto es precioso, enhorabuena! Hasta el próximo #VDLN!
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