Acción-reacción. Golpear donde duele

Conservo pocos recuerdos gratos del colegio franquista en el que me presentaron en sociedad las letras y los números. Aquellas formaciones paramilitares en el patio, a la intemperie, en pantalón corto aunque cayeran chuzos de punta, y aquellos himnos sin sentido, repletos de ademanes impasibles y de primaveras que anunciaban retorno; convirtieron en odisea lo que debía ser un bálsamo para mi eterno ansia de aprender. El hábito de la época de avanzar cursos a quienes obtenían calificaciones decorosas y unas aulas pintadas de desinterés y con un inconfundible aroma a marginalidad, tampoco ayudaban. No era el territorio adecuado para quién nunca renunció a su condición de empollón.

Una de las pocas imágenes agradables que conservo de aquella época, proviene de mi primer maestro en eso del ajedrez. Recuerdo con afecto agradecido una de esas frases que el tiempo y la distancia transformaron en máxima vital: “el mejor modo de valorar si tu movimiento es acertado, consiste en observar la reacción del adversario”.

Salto en el tiempo y me traslado a una prisión americana desde la que Ted Kaczynski, el mítico Unabomber, escribió su conocido “Golpear donde duele”. Para los no iniciados Theodore John Kaczynski es un genio ¿loco?. Un matemático de inteligencia superdotada, convertido por renuncia y voluntad propia a filósofo neoludita. En su célebre ensayo “La sociedad industrial y su futuro”, predijo con increíble exactitud el actual colapso económico y ecológico del sistema capitalista. Pero equivocó la terapia. Las cosas no se arreglan a bombazo limpio. En ese referido “Golpear donde duele” un cociente intelectual de 167 expresa con claridad la misma idea de mi maestro de ajedrez: mira la reacción de tu adversario (Teo hablaba de enemigo, pero a mi no me gusta el término) y tendrás una exacta medición del peligro que para el representas.


Los que continúan con la idea de que la solución a esta sociedad desesperada, con un gobierno desesperante, pasa por utilizar los canales que nos ofrece el sistema, solo tienen que valorar la reacción del contrario. A la macrofiesta de CCOO y UGT del 15S, las respuestas fueron un puñado de malos artículos de los pequineses falderos del poder y el habitual cruce de falsedades en cuanto a la cifra de asistentes. Espero que algún día alguien me explique como se cuentan manifestantes. A la simple convocatoria del 25S (protesta ciudadana, pacífica y autónoma), el estado golpea su revés a dos manos desde el fondo de la pista y nos devuelve: detenciones el 15S por desplegar una pancarta, identificación el 16S por celebrar una asamblea en el Retiro, cierre con violencia del Centro Okupado de Lavapiés, identificación masiva de simpatizantes 15M, proceso penal a integrantes de la plataforma “En Pie” y una clara voluntad de atemorizar a la población.


Cada cual es muy libre de escoger su camino. Como el título del libro de Torres, Navarrro y Garzón: hay alternativas. Podemos perder el tiempo en intentar volver al 2006 como propugnan los sindicatos, antes de clase; o construir un nuevo mundo, como clamamos desde los diferentes movimientos alternativos. Es cuestión de gustos, preferencias y en algún caso de intereses. Se trata de elegir entre el rock clásico -y para mi pasado de moda - de Elvis y el sonido potente, actual e ilusionante de System of a Down. Lo tengo claro. Siempre obedecí a mi maestro de ajedrez, compartí los diagnósticos de Kaczynski y me afilié hace años a la música de Tankian, Malakian y Cia…


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