Y Dios le dio por escribir torcido
Se acaba otro finde con menos neuronas útiles en las cabezas de los seres humanos. Los mítines semanales de las religiones monoteístas y sus interesadas interpretaciones del supuesto mensaje divino, se encargan de ello.
Solo un error de traducción puede hacer que el mismo Dios que expulsó del templo a los mercaderes, sirva de soporte moral a la atrocidad capitalista. Esa que en el nombre del bien, asesina de hambre a 2/3 de la humanidad. Sólo el mal absoluto puede hacer que quien pedía la proximidad de los niños (“Dejad que los niños se acerquen a mí”) olvidara explicar a sus esbirros lo que no había que hacer con ellos. Sólo la más retorcida perversión puede convertir el más allá en excusa para discriminar, mutilar y asesinar mujeres; para masacrar palestinos o para acumular riquezas mientras solicita, usa y abusa de injustos e injustificables beneficios fiscales. El reino de Dios dice no ser de este mundo. La Iglesia, todas las iglesias, según se mire. Desde el punto de vista de las obligaciones, no; pero si hablamos de privilegios… La Iglesia Católica es, según conveniencia, un estado o una religión ajena a las normas terrenales. Por cierto, uno de los estados donde los derechos humanos son solo una carta del enemigo.
Hace poco alguien muy próximo me comentaba con indisimulada tristeza: tú eres ateo; no eres creyente; no lo entiendes. No nos confundamos, madre. Todos, religiosos o no, sabemos que la suma de agua, glucosa y sales, jamás nos dará una lagrima si no incorporamos la proteína del sentimiento. La imposibilidad del ser humano para aceptar su temporalidad nos conduce a todos a pensar en algo parecido a un dios. La diferencia está que mientras el tuyo, hay que creérselo y cobra por servicio, según vigente tarifa de honorarios; el mío es gratis y lo puedes ver todos los días. Basta con abrir la ventana y mirar. Sólo tiene un mandamiento: ser buena gente. Gala, como alquimista de la palabra, lo embelleció diciendo aquello de que “nada que sea natural, puede ser culpable”.
Mi Dios es la Gaia, la Madre Tierra, y es el lugar del que todos salimos y al que todos vamos a volver. Si por el camino conseguimos amar a un puñado de seres, eso que nos llevaremos puesto.
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