Therion. Lemuria. #Vdln 56.
A mediados del siglo XIX un grupo de científicos franceses se cuestionaron el porqué de la existencia de lémures (o parientes muy cercanos) en la India y en zonas del interior de África. Para la época, resultaba inconcebible que un bicho endémico de Madagascar hubiera disfrutado de semejante paseo marítimo. No se les ocurrió mejor idea que inventar un antiguo continente extinguido. Según su teoría, Lemuria abarcaba lo que hoy es Sudáfrica, Sri Lanka, Sumatra, Australia y Nueva Zelanda, y habría perecido bajo el océano víctima de una sucesión de brutales terremotos. Las actuales islas del Índico serían las cumbres lemurianas, únicas supervivientes a la matanza. Hasta el mismísimo Phillip Sclater (una autoridad en eso de la Geología) sucumbió a los encantos de tan curiosa tesis.
Años más tarde, la tectónica de placas demostró la imposible existencia de ese imaginario continente. Los estudios decimonónicos resultaron tiempo perdido con la única utilidad de inspirar a Therion una de sus más bellas composiciones. Los interpretaron a su modo, mezclandolos con conjeturas esotéricas sobre Atlántida, Tierra de Mu y otros supuestos reinos desaparecidos por la estupidez humana.
A finales de los ochenta, iniciaron su carrera sometidos a la estricta disciplina del Death Metal. Con los años y la razón evolucionaron hasta ese sinfónico coral que nos regalan desde hace tiempo. Liderados sobre el escenario por el multi-intrumentista Christofer Johnsson, atesoran en Thomas Karlsson a una especie de maestro espiritual. Un escritor ocultista fundador de la orden mágica Dragon Rouge a la que se adscriben buena parte de los músicos. Así se explican el contenido de los textos y el desfile de símbolos cabalísticos en que convierten cada directo. Aunque se agradece no tenerlos por yernos, fascinan sobre el escenario y hasta pasan desapercibidos en esta sociedad, en la que los más sensatos parecen fugados de un psiquiátrico con la medicación a media asta.
Todos de algún modo creemos o deseamos creer en Lemuria. En un continente a resguardo de nosotros mismos, donde reine el orden natural, donde la paz no se transforme en excepción y donde los seres humanos ejerzan el segundo término de su apodo. Tampoco resulta tan extraña la metedura de pata de los científicos franceses. Ellos inventaron Lemuria porque vieron lémures, nosotros seguimos confiando en la política por el desdichado incidente de que existen políticos.
De postre sirvo el tema más conocido de los suecos, Rise of Sodom and Gomorrah. Durante años lo disfruté como sintonía del despertador. En aquellos días en que la salud aun permitía jugar a los deportistas, algún compañero de cuarto tomó sus precauciones cuando conoció el título. Los estúpidos prejuicios. Para garantizarle una ducha tranquila tuve que aclarar que mi promiscuidad no pasaba de la media y que además él se hallaba fuera de peligro; que desde la más tierna adolescencia, una de mis incorregibles desviaciones era la estricta condición heterosexual.
¡Qué plasta soy! He vuelto a extenderme más de lo necesario y esa anécdota resulta más propia del Orgullo Gay que de la fiesta del trabajo. Lo coherente es recordar a los mártires de Chicago; a Georges Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, Samuel Fielden, Louis Lingg, Michael Schwab y August Spies. Ilustres copartícipes de mi sueño lemuriano. Por más que una legión de farsantes se empeñen en rediseñar la historia, fueron injustamente ejecutados por el simple delito de ejercer de hombres libres. Todavía me conmueven las palabras de Lingg hacia el jurado: “Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad; ¡ahórquenme!”. Tenía veintidós años. Aunque discrepo en lo del ahorcamiento, comparto los desprecios. Y los amplío a quienes al abrigo de lo institucional y desde una tribuna pagada con el botín de los cursos de formación, usurpan hoy la memoria de aquellos héroes. Equivocados o no, dieron la vida por sus convicciones. Merecen un respeto.
Feliz vdln, feliz Día del Trabajo. Hoy con mayúsculas, en honor a los muertos, SALUD y LIBERTAD.
Años más tarde, la tectónica de placas demostró la imposible existencia de ese imaginario continente. Los estudios decimonónicos resultaron tiempo perdido con la única utilidad de inspirar a Therion una de sus más bellas composiciones. Los interpretaron a su modo, mezclandolos con conjeturas esotéricas sobre Atlántida, Tierra de Mu y otros supuestos reinos desaparecidos por la estupidez humana.
A finales de los ochenta, iniciaron su carrera sometidos a la estricta disciplina del Death Metal. Con los años y la razón evolucionaron hasta ese sinfónico coral que nos regalan desde hace tiempo. Liderados sobre el escenario por el multi-intrumentista Christofer Johnsson, atesoran en Thomas Karlsson a una especie de maestro espiritual. Un escritor ocultista fundador de la orden mágica Dragon Rouge a la que se adscriben buena parte de los músicos. Así se explican el contenido de los textos y el desfile de símbolos cabalísticos en que convierten cada directo. Aunque se agradece no tenerlos por yernos, fascinan sobre el escenario y hasta pasan desapercibidos en esta sociedad, en la que los más sensatos parecen fugados de un psiquiátrico con la medicación a media asta.
Todos de algún modo creemos o deseamos creer en Lemuria. En un continente a resguardo de nosotros mismos, donde reine el orden natural, donde la paz no se transforme en excepción y donde los seres humanos ejerzan el segundo término de su apodo. Tampoco resulta tan extraña la metedura de pata de los científicos franceses. Ellos inventaron Lemuria porque vieron lémures, nosotros seguimos confiando en la política por el desdichado incidente de que existen políticos.
De postre sirvo el tema más conocido de los suecos, Rise of Sodom and Gomorrah. Durante años lo disfruté como sintonía del despertador. En aquellos días en que la salud aun permitía jugar a los deportistas, algún compañero de cuarto tomó sus precauciones cuando conoció el título. Los estúpidos prejuicios. Para garantizarle una ducha tranquila tuve que aclarar que mi promiscuidad no pasaba de la media y que además él se hallaba fuera de peligro; que desde la más tierna adolescencia, una de mis incorregibles desviaciones era la estricta condición heterosexual.
¡Qué plasta soy! He vuelto a extenderme más de lo necesario y esa anécdota resulta más propia del Orgullo Gay que de la fiesta del trabajo. Lo coherente es recordar a los mártires de Chicago; a Georges Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, Samuel Fielden, Louis Lingg, Michael Schwab y August Spies. Ilustres copartícipes de mi sueño lemuriano. Por más que una legión de farsantes se empeñen en rediseñar la historia, fueron injustamente ejecutados por el simple delito de ejercer de hombres libres. Todavía me conmueven las palabras de Lingg hacia el jurado: “Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad; ¡ahórquenme!”. Tenía veintidós años. Aunque discrepo en lo del ahorcamiento, comparto los desprecios. Y los amplío a quienes al abrigo de lo institucional y desde una tribuna pagada con el botín de los cursos de formación, usurpan hoy la memoria de aquellos héroes. Equivocados o no, dieron la vida por sus convicciones. Merecen un respeto.
Feliz vdln, feliz Día del Trabajo. Hoy con mayúsculas, en honor a los muertos, SALUD y LIBERTAD.
No conocía la historia de Lemuria,muy interesante. Ay! si los ciéntificos decimonónicos levantaran la cabeza y comprobaran que sus teorias no eran más que cenizas! Me ha entrado curiosidad por ver en que apoyaban sus tesis!!! Sí, conmovedora la frase: "soy anarquista,los desprecio, desprecio su orden..."también me identifico con ella aunque sin ganas de morir por un sistema que no ves justo y menos con 22. Muy buenos los temas que has elegido hoy, si tuviera que escoger no sabría con cual quedarme!!! Feliz fin de semana largo.
ResponderEliminarLas ganas de morir conviene aparcarlas para mejor momento. Creo que al final llegan solas. Buena semana.
EliminarQue interesante la historia de Lemuria!! Me ha recordado a la de La Atlantida.. Vi en un documental que creían, que interpretando los escritos de Platón... Y estudiando la corteza arquitectónica, se podría decir con casi total convencimiento que se situó en España. o cerca de la península, No recuerdo el sitio exacto. El grupo suena muy bien! Feliz dia del trabajador, VDLN y finde! Besos.
ResponderEliminarSobre Atlántida se ha escrito de todo y se la ha situado en mil lugares. Como no hay nadie que pueda llevar la contraria debe ser sencillo. Me alegro que te guste la música. Besos
EliminarQuerido Rafa,
ResponderEliminarSoñador, lunático, heterosexual o plasta, seas como seas, es un verdadero placer venir a escuchar la música que nos propones cada semana y leer cada uno de tus artículos.
Muchas gracias, me alegro que te molen la música y los tostones. Buena semana
EliminarLa de Lemurias que necesitamos, Rafa! Nunca dejo de asombrarme con estas bandas de rock sinfónico. Menudo espectáculo!!
ResponderEliminarFeliz semana
Muchas Lemurias. Quizá infinitas. cada cual la suya que seguro que todas son compatibles. Sí que son buenos los Therion, sí. Feliz semana.
EliminarNo los conocía, me ha parecido muy interesante y la historia también!
ResponderEliminarFeliz resto del finde!
Me alegro de ambas cosas. Feliz semana.
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