Paul Winter. Solsticio de invierno. #VDLN 139.
Desde el respeto no correspondido a cualquier creencia, nunca comprenderé el vicio de la cristiandad por colonizarlo todo. Parece como si a su determinismo fatalista le molestara lo natural, el más leve festejo que no incluya la voluntaria intervención divina. Si el cometa Swift-Tuttle decide descargar sus restos sobre la Tierra, se inventan las lágrimas de San Lorenzo; si los pueblos ibéricos celebraron desde siempre la recolección del cereal, te enchufan la Virgen de agosto; y si conmemoraban el fin de la temporada de cosechas, allá que va el Día de todos los santos y a correr. Cualquier excusa resulta válida para impedir que la gente goce sin misas de los obsequios de la naturaleza. De solsticios mejor no hablamos. El de verano lo reservan a San Juan que para eso se supone que bautizó al jefe; en el de invierno echan la casa por la ventana y sitúan en Belén el nacimiento del Mesías, allá en un lejano veinticuatro de diciembre. La Iglesia, católica o protestante que a esos efectos se vuelve indiferente, a lo suyo, ni media verdad.
Transmitida por estricta linea materna – solo se consideraba judíos a los paridos por madre de tal etnia – la tradición hebrea imponía la obligatoriedad de “apellidar” al recién nacido, bien con el nombre del padre o, lo más frecuente, con el del lugar del alumbramiento. Si al hijo de Dios se le conociera como Jesús de José cabría la duda, pero denominándose “de Nazaret”, pueden hallarse seguros de que no llegó al mundo en la célebre ciudad cisjordana. Curioso o tal vez profético, que uno de los símbolos del cristianismo pasara a la historia por lo que nunca fue. La causa última hemos de atribuirla al afán Vaticano por el cumplimiento del pronóstico bíblico, según el cual el Mesías debía pertenecer a la estirpe de David, originario de la bonita localidad del portal. Razones suficientes para que la ortodoxia sionista siga aún a la espera del ansiado Salvador. La fecha tampoco es cierta, se trata de una simple usurpación de los festejos romanos en honor al Dios Sol, una especie de fiesta nacional que se conmemoraba justo en ese día. Pese a su explícito apoyo a corrientes políticas que la consagran como bien supremo, se ve que a la Iglesia nunca le agradó mucho la competencia.
No me extiendo, no es ni el tiempo ni el momento, pero dejemos claro que el judío Jesús nació sin pesebre, sin los cantos celestiales de ángeles anunciadores, sin la persecución de un tal Herodes y sin la adoración de unos magos que de paso, jamás ejercieron de reyes. Lo mismo también eran los padres.
En fin que cada cual se crea lo que quiera sin imponer al prójimo sus costumbres, que cada un@ festeje o no los cuentos de hadas que le apetezca, pero evitemos convertirlos en la consagración del consumo como becerro de oro de nuestra sociedad y tampoco olvidemos extender los bellos propósitos fraternales al resto del año, si no de poco sirven.
Con el tema compuesto para la ocasión por Paul Winter, uno de mis músicos de cabecera, les deseo con retraso un feliz solsticio de invierno. El tiempo de las sombras más intensas, ese punto de inflexión que desde la oscuridad más profunda anuncia, con el imperceptible inicio de los días crecientes, la futura llegada de una nueva primavera. Esperemos que esta vez nos salga buena. Lo dicho, feliz lo que quieran. Salud y libertad.
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Foto: Rafa Hernández |
Transmitida por estricta linea materna – solo se consideraba judíos a los paridos por madre de tal etnia – la tradición hebrea imponía la obligatoriedad de “apellidar” al recién nacido, bien con el nombre del padre o, lo más frecuente, con el del lugar del alumbramiento. Si al hijo de Dios se le conociera como Jesús de José cabría la duda, pero denominándose “de Nazaret”, pueden hallarse seguros de que no llegó al mundo en la célebre ciudad cisjordana. Curioso o tal vez profético, que uno de los símbolos del cristianismo pasara a la historia por lo que nunca fue. La causa última hemos de atribuirla al afán Vaticano por el cumplimiento del pronóstico bíblico, según el cual el Mesías debía pertenecer a la estirpe de David, originario de la bonita localidad del portal. Razones suficientes para que la ortodoxia sionista siga aún a la espera del ansiado Salvador. La fecha tampoco es cierta, se trata de una simple usurpación de los festejos romanos en honor al Dios Sol, una especie de fiesta nacional que se conmemoraba justo en ese día. Pese a su explícito apoyo a corrientes políticas que la consagran como bien supremo, se ve que a la Iglesia nunca le agradó mucho la competencia.
No me extiendo, no es ni el tiempo ni el momento, pero dejemos claro que el judío Jesús nació sin pesebre, sin los cantos celestiales de ángeles anunciadores, sin la persecución de un tal Herodes y sin la adoración de unos magos que de paso, jamás ejercieron de reyes. Lo mismo también eran los padres.
Con el tema compuesto para la ocasión por Paul Winter, uno de mis músicos de cabecera, les deseo con retraso un feliz solsticio de invierno. El tiempo de las sombras más intensas, ese punto de inflexión que desde la oscuridad más profunda anuncia, con el imperceptible inicio de los días crecientes, la futura llegada de una nueva primavera. Esperemos que esta vez nos salga buena. Lo dicho, feliz lo que quieran. Salud y libertad.
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Lo desconocía, muy relajante como la foto! Me gusta.
ResponderEliminar¡Uf!que fijación con la iglesia,que si el solsticio de invierno, que si la iglesia aprovechaba , las fiestas paganas para imponer las suyas...eso ya lo sabemos.Solo estoy de acurdo en el tercer párrafo: que cada uno festeje lo que quiera y deje en paz al prójimo,sin rendir culto al dios"mammon", pero me temo que esto es harto dificil.Yo te deseo"feliz navidad" de todo corazón y un fuerte abrazo
ResponderEliminarEn justa venganza, el sistema ha creado el viernes negro y el ciberlunes para repartir las compras con más tiempo.
ResponderEliminarFeliz #VDLN
¿Hace falta que diga algo más? Dime dónde tengo que firmar, Rafa. Como siempre, diana en el centro.
ResponderEliminarUn abrazo, y que pases unas buenas fiestas, celebremos lo que celebremos ;)
Que cante con una cerveza en la mano ya le da unos cuantos puntos.
ResponderEliminarCoincido en muchas cosas, por eso y gracias a un Nonno muy sabio en su ignorancia, para mí es una ocasión más de disfrutar de las "cosas" realmente importantes... el amor de esos seres especiales, los que te "tocan" y, sobre todo, los que se "eligen"...
ResponderEliminarPor eso, sea lo que sea que festejes, que ello te haga feliz es mi sincero deseo... un beso.
Muchos festejamos por inercia, incluso sabiendo que el 24 de Diciembre es una farsa, y que tiene mas de pagano, de fechas impuestas... pero al final celebramos, porque al menos ese día tenemos una escusa para sentarnos juntos. Sonidos muy relajantes! Buena semana!
ResponderEliminarLa foto muy buena. Estoy de acuerdo con lo que has escrito. Ahora me limito a respetar a los demás pero pido que respeten mi indiferencia por unas fiestas en las que se adora al dios consumo por encima de todo. Buena música, muy original.
ResponderEliminarFantástica la banda sonora¡¡
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