La caza. Cuando la muerte tiene un precio.

Qué ocurrente se muestra a veces el destino. Por otro de esos designios que cuesta descifrar, hace casi coincidir en el tiempo dos hechos que constituyen tesis y antítesis en una sola oración gramatical. De una parte el asesinato en Lleida, hace unos días, de dos guardas forestales bajo los disparos de un psicópata con rifle. A quién se le ocurre intentar impedir a un tipo así matar donde y como le salga de los genitales. De otra, ayer mismo se publicaba en prensa que un grupo armado que responde al acrónimo de ONC (OBservatorio Nacional de Caza o algo parecido), insta a la fiscalía a perseguir los – en su criterio – continuos ataques sufridos por sus socios a través de las redes sociales. Hacen bien. Menudo peligro. Se cuentan por cientos los cadáveres que alcanzaron esa indeseable condición a golpe de teclado.



Más allá de lo absurdo, ridículo y falaz del eslogan reivindicativo, nos muestra uno de los rasgos dominantes en esta sociedad de la hipocresía. Quienes de natural practican la violencia, intentan transformarse en víctimas cuando fracasa su primera estrategia, pasando a desarrollar comportamientos pasivos-agresivos de libro de texto de primero de psicología. ¿Ejemplos? Decenas. Taurópatas que aplauden el apaleamiento de quien protesta en Las Ventas contra un festejo y luego se echan las manos a la nuca por un desafortunado mensaje de un profe de Valencia. Tordesillanos equipados con lanza y garrote que, en el nombre de la libertad, reclaman su derecho a torturar un ser vivo y dicen sentirse atemorizados ante doscientos activistas, sin otro ajuar de combate que un buen puñado de gritos.

El fenómeno se extiende más allá de ese ámbito. En lo político qué partido, dirigente o creyente de base no se considera víctima de alguna conspiración interestelar, orquestada por extraños intereses ocultos contra los de su secta. Basta con que contradigas un argumento o no adores lo suficiente a su todopoderoso líder, para que te incluyan sin escalas en el enemigo, convirtiéndote en responsable único de cualquier catástrofe. En lo personal, quién no ha coincidido con un amigo, pareja o simple compañero de trabajo que tras obsequiarte una buena ración de gritos y acusarte de no se cuantos males, se transforma en inocente víctima a base de burdas memeces. Me has hecho daño; yo es que nací muy débil, la vida me trató fatal y preciso de cuidados especiales... Como si a las demás nos hubieran llevado a hombros por la puerta grande. La cagaste si no los reconoces el único ser único sobre la faz de la Tierra y con la misma facilidad con la que un esputo regresa al rostro de quien ose lanzarlo contra el viento, te ves aprobando con primeros números las oposiciones al honorable cuerpo de culpables vocacionales...

Por fortuna los hechos son los hechos. Y nos comunican que quienes salen de casa con el insano deseo de matar por placer, son los cazadores; que quienes portan armas y por tanto pueden usarlas contra cualquier ser susceptible de convertirse en presa, son los cazadores; que quienes impiden al resto un simple paseo campestre o una agradable cabalgada en bici, son los cazadores; y que también fueron ellos quienes destruyeron buena parte del patrimonio viviente, a base de introducir especies invasoras, de exterminar las autóctonas y de colocar en el umbral de la extinción a todo animal que por puro instinto les haga la competencia. Y encima nos someten al martirio inquisidor de soportar argumentos insostenibles ante la razón. Nadie ama más al galgo que el galguero, por eso lo maltratan; nadie quiere más al toro que el torero, por eso lo torturan hasta la agonía; nadie ama más al ciervo que el montero, por eso lo disparan. Por dios, que por mí no sienta nadie semejante afecto.

Como en la peli de Sergio Leone, la muerte tiene un precio, el que pagan por sus puestos. Las leyes pueden escribirse con cualquier letra, pero en el invariable derecho de la Gaia, ellos son el peligro, la multinacional con mayor cuota de penetración en el repugnante mercado de la sangre.  A estas alturas, todas sabemos que la historia de caperucita, la del lobo malo y el cazador bueno, no es más que un cuento.

Comentarios

  1. El hombre fue cazador desde el tiempo de las cavernas , porque somos omnívoros y por lo tanto carnívoros, también.Yo no soy cazador , pero no tengo nada contra los cazadores.Lo de introducir especies de fuera, para destruir las autóctonas , no han sido precisamente los cazadores . Muchas veces ha sido la administración (ejemplo, la excesiva repoblación de rapaces) y aveces gentes de mala sangre, que sueltan especies foráneas, solo por el noble arte de joder. La caza menor se esta destruyendo por ejemplo, por el nuevo sistema de regados de las vides, en la que hay una substancia que mata a los gazapos ,al igual que cierto tipo de trigo, que se está sembrando.Dicho esto, estoy totalmente de acuerdo contigo que dar un paseo por el campo en bici oyendo los disparos de los cazadores no es nada agradable y además peligroso.Siendo un aficionado a los toros-lo siento- lo del toro de Tordesillas me parece una salvajada anacrónica.En cuanto al toreo yo, como aficionado y tu como antitaurino ,jamás nos pondremos de acuerdo., pero por eso no vamos a discutir.Como ya te dije en otra ocasión, siempre me quedará la plaza de Nimes para ir a ver al Juli o a José Tomás. UN fuerte abrazo a pesar de las discrepancias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Coincidimos plenamente en que lo de la caza es propio del tiempo de las cavernas.No tanto en la inocencia de la actividad cinegética en la destrucción de hábitat.Al menos en la zona en la que yo vivía antes y en la comarca de los montes en la que mis padres tienen una casa, los propietarios de las fincas y "los nativos" exterminaban sistematicamente depredadores (lobos, zorros, águilas, culebras...) para que hubiera más presas, introdujeron hurones que se perdían durante las cacerías e intrujeron especies que no existían en la zona para cazarlas. Lo de los gamos en los Montes de Toledo, por ejemplo, fue una genialidad.Lo de los toros lo dejamos, no nos vamos a poner de acuerdo.Gracias por comentar.

      Eliminar

Publicar un comentario

Lo más heterodoxo