Y ahora... Las pensiones. Letrashop (XVI)
Aunque las matemáticas financieras lo advertían desde hace tiempo, ahora nos dicen que para garantizar las pensiones nuestro país precisa de más población. O nos ponemos con entusiasmo a concebir descendencia o fichamos inmigrantes como quien contrata un delantero para el Atleti o... a trabajar hasta los noventa. Una verdad a medias que, como todas las de su especie, se vuelve la más dañina de las mentiras. Lo que precisamos, con exactitud, es aumentar el número de cotizantes. A estos efectos, de poco sirve una demografía enorme si por causa del pésimo reparto del trabajo, buena parte de ella en lugar de contribuir se define como dependiente de prestaciones.
Al margen de conceder la razón a esas tesis decrecentintas que todos ignoran bajo la urgencia de los éxitos o los fracasos electorales —cuando se necesita un continuo incremento de los habitantes y de la renta, parece obvio que nuestro imposible Estado de Bienestar estallará de por vida en momento no muy lejano—, un nuevo terror nos acecha. Como la gripe porcina, como el ébola, como las avispas o las garrapatas de no sé dónde, como Podemos que en cuatro días iba a convertir esto en Corea del Norte o ahora como Vox. El pánico a la carta según las fobias personales del consumidor. Una perfecta herramienta de dominación favorecida por la válvula expansiva de las redes sociales. Lo de siempre. Pese a su evidencia y su vejez, funciona en una sociedad aún ignorante de que los que de verdad mandan nunca se escogieron por sufragio universal y de que un jefe de Gobierno, el que sea, interpreta idéntico papel que la monarquía: un carísimo ornamento que cubre las paredes para ocultar a las visitas lo que jamás debe verse.
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