Midge Ure. Vienna. #VDLN 243

Imagen: Gottfried Helnwein (óleo y acrílico sobre lienzo)

Como escribió el gran Eduardo Mendoza, «un problema deja de serlo cuando no tiene solución». En lo cotidiano, en lo laboral y hasta en la política, en ello radica la causa de nuestros grandes fracasos: derrochar la vida en resolver enigmas sin respuesta o en despejar incógnitas carentes de valor. Aunque nunca falten trileros con la patente registrada de modificar lo inevitable que nos ceden gustosos a cambio de un precio al estilo de los buenos comerciantes, la clave de la felicidad se encuentra en lo opuesto. En asumir las cosas como son y refugiarse en lo que despierta el consuelo. ¿Conformismo? Ni pensarlo. La sumisión nace de ese estado de enfado epidémico que los capitanes del barco provocan y manejan a modo de herramienta de dominio. No conozco nada más revolucionario que sentirse en paz en época de guerra, amado en tiempos de odio sin mesura y radiante en mitad de las tormentas.

Reniego de San Valentín. Me resbalan tanto las santidades como los «días de». Paso de vendedores de crecepelos colectivos y de cremas antiedad sociales de esas que convierten el rostro común en una caricatura de nosotros mismos. Quizá porque mi padre me contagió ese mal de la edad que nos fuerza a olvidar lo reciente para evocar lo lejano, dimito de las portadas y me acuerdo de aquel Vienna de Midge Ure. Mucho más cautivador y menos nocivo que los insignificantes «grandes temas» que hoy nos ocupan por decreto de alguien.



Feliz VDLN, feliz semana. Salud y libertad.






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