Boy George. Un paseo por Oxford Street. #VDLN 148

Los machos propusieron un plan lo bastante poco ilusionante como para que prefiriera permanecer con las damas en Oxford Street. Por causas que nunca he llegado a descifrar del todo, una función continua en mi historia personal. Ocho mujeres, ocho, para mí solo. Las ocho de compras, las ocho recién salidas de la adolescencia y con todo el centro consumista de Londres por delante. Comercios de moda, joyerías, institutos de belleza y hasta souvenirs. Ni la amenaza de sobreprecio por exceso de equipaje se mostraba capaz de contener semejante furia de ilusiones. Al final no cargarían con tanto, no lo recuerdo; se trataba más de ver, de experimentar, de probarse, quizá de aprovechar aquel viaje para regresar diciendo “yo estuve allí”.


– ¿Qué tal me queda? – , comentaba "la mía" de vez en vez como por entretenerme, entendiéndose el posesivo a modo de etiqueta de una relación  y nunca como el ejercicio de un derecho de propiedad que ni consiento sobre mí, ni creo haber ejercido nunca sobre nadie.

– Bien, muy bien, estás preciosa, pero no le echemos la culpa a la ropa.

Rafa y sus eternas paciencias evitativas. Rafa y sus verdades que, según frase reiterada por una buena amiga, de puro amables se confunden con cumplidos de albañil ilustrado. La mala educación, la perpetua obsesión por no causar daño que a veces solo consigue multiplicarlo. Una especie de maldición genética que me perseguirá hasta que la escritura de algún funcionario convierta en nombre escrito sobre el agua, a aquel con el que me bautizaron.

Tras unas cuantas horas de tabaco y esperas interminables, en legítima defensa decidí colarme en una de las hoy extinguidas tiendas de discos. El sueño cumplido de todo aspirante a post-punk que se preciase. Por ese complejo de inferioridad cultural tan propio de esta península, imaginaba el recinto inundado de lps de los Clash, de Siouxie Sioux, de Ramones o hallar allí el último grito de Alan Vega, dedicado personalmente por el autor. Qué decepción. El mejor lugar del escaparate para un tal Julio Iglesias, un gallego madridista y medio facha (no sé que preferir) que hacía furor allá por los primeros ochenta. Lo peor llegó más tarde, cuando uno de sus hijos, Enrique, decidió convertir en bueno al  padre. Ni rastro de The Durruti Column o de los Residents... dos horas de pánico en el avión para toparme de narices con la sección de éxitos de El Corte Inglés. 


Completé la maleta con algo de Tuxedomoon y con una joya de Psicodelic Furs que aún conservo como sintonía para los instantes de bajón. Solo reparé en el hilo musical al escuchar el estribillo de unos por entonces desconocidos Culture Club: “¿de verdad quieres herirme?” Lo asocié de modo inconsciente a la epidemia de decepciones que ya por entonces apuntaba maneras, a las interminables compras y a aquel cantante hortera que se definía mitad truhán, mitad señor. Por supuesto que adquirí el maxisingle; en parte por el encanto de los sonidos característicos de la gente de Boy George; y también como venganza reivindicativa hacia la cruel sonrisa de mi compañera de viaje. Cuando la banda londinense alcanzó el triunfo de masas, de nuevo me sentí culpable; otra constante, otra tragedia aburrida por repetición. Un tonti-culto adicto a las vanguardias que importó de Londres un hit de los cuarenta principales. Ojo a la versión que es fascinante.



Boy George, un tipo con el mérito de sobrevivir a esa fatal coalición de alcohol, depresión y opio que a tantos otros condujo hasta la tumba. Por encima de una estética un tanto llamativa, consigue fusionar como nadie el soul, el rock y el reggae con textos de los que dicen mucho en pocas palabras. En ocasiones reivindicativos, otras explorando los sentimientos humanos hasta hacer cumbre en la fuente de las emociones. Lejos ya del éxito de masas y del virus neorromántico que diseñó en los ochenta junto a Duran-Duran o Spandau Ballet, sigue fabricando buenas canciones. Quizá aún mejores que las de su etapa de juventud. Como este precioso Love & danger, una historia dura sobre un triángulo amoroso complicado por la distinta orientación sexual de los amantes; o como ese reproche irónico tras una ruptura que publicó en 2.013, bajo el título de It's easy





Feliz #VDLN, feliz semana. Gocen de la vida hasta donde se deje con salud y en libertad.

Comentarios

  1. De Boy George/Culture Club la mayoría de las canciones son muy buenas, me gustan bastante, la primera que escuché fue Karma Chameleon.

    "Por ese complejo de inferioridad cultural tan propio de esta península" y a este lado del charco creíamos que el complejo era solo nuestro, ahora más bien me imagino un círculo vicioso.

    Feliz semana.

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    1. Creo que tiene que ver más con lo latino, con lo del sur, que con las fronteras. Feliz semana.

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  2. Me encanta Boy George, incluso su estética ;)

    ¡Saludos!

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  3. ¡Vaya juerga barata¡ yo me hubiera ido al pub mas próximo a emborracharme. tu hiciste mejor metiéndote en la tienda de discos un abrazo y feliz semana

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  4. No me esperaba que todavía estuvieran en activo y compruebo que ahí siguen. El primer tema me recuerda esos años ochenta con una estética muy especial que han atemperado con el paso de los años, pero siguen conservando un estilo muy singular.
    Feliz semana.

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    1. La banda sigue en activo, aunque hace tiempo que no compones temas nuevos. Boy en solitario no ha parado. Feliz semana.

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  5. Muy grandes, me gustan mucho!!! Feliz #VDLN y Feliz semana!!

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  6. El amor siempre es peligroso. Si es con Boy George, aún más todavía.

    Feliz #VDLN

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  7. Me gusta mucho Boy George, es como volver a la adolescencia. Y si amar es peligroso, no amar lo es aún más.

    Un beso.

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    1. Nacer constituye en sí mismo un peligro. Feliz semana. Un beso.

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  8. Suena muy bien. Me encanta. Feliz semana

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