Serj Tankian. Harakiri. Vdln 16

No he seguido el mundial, no me interesa. Casi por azar, contemplé la aburrida prórroga de una aburrida final. Las infames lágrimas de los seguidores argentinos, me hicieron recordar por qué me divorcié del fútbol. La exacta imagen de una sociedad que detesto, con la fundada sospecha de que el sentimiento es recíproco. Esclavos millonarios que se compran y se venden como un apartamento en La Manga, al servicio de otros millonarios que usan el deporte para el enriquecimiento propio; para la distracción colectiva; para confundir lo estúpido con lo esencial. Los valores de esa banda de narcotraficantes que llamamos FIFA, encuentran su excusa en dos de las peores alimañas de nuestro tiempo: el nacionalismo y la competitividad. El primero nos convence de que somos mejores con el pretexto de creernos distintos.¿Diferentes a qué? ¿Superiores a quién? El honor patrio en los pies de unos tipos en calzoncillos Nike. La segunda, nos estimula a conseguirlo. Llorar por la derrota en un puto partido es hipócrita, miserable, insano, inhumano, culpable... 




Si precisaban razones para el llanto, bastaba con salir de Maracaná, con detenerse en cualquier suburbio de Río; con mirar lo que estamos dejando de Amazonia o con asomarse a cualquiera de las campañas de exterminio organizadas por ese poder mundial, del que las federaciones constituyen el brazo deportivo. Los responsables de entretener a la retaguardia. Lo de Palestina, tan por los ojos en estos días, es solo una masacre más. Ni la única, ni la más hiriente. No cabe grado cuando la muerte se constituye en objeto de negocio. Afganistán, la antigua URSS, China, Siria, Irán, El Sahara, Corea, África negra... De América no pongo ejemplos para no enfadar a los creyentes de determinadas sectas. No solo los habitantes de la tierra prometida, aplican a terceros la medicina que repudian para sí. Miremos a Europa, a USA, al mundo árabe. Mirémonos nosotros mismos. El deporte es un cadáver desde que entendimos más importante la victoria que la diversión, desde que a los seguidores del equipo rival, hubo que recluirlos en el gueto del segundo anfiteatro para impedir la violencia. No existen partidos de alto riesgo, sino una especie – la humana – empecinada en aniquilar la razón.



Era sencillo hallar una tema que reflejara el sentimiento que me empapa en estos días. Obligado recurrir a los mejores. A unos californianos de origen armenio que actúan bajo la expresiva marca de System of a Down. Trabajan poco, pero bien. En diecinueve años de carrera, cinco discos de estudio no conceden la medalla al trabajo. Como debe ser. Las cosas a su tiempo y bien hechas. Sin prisas, sin estrés, alargando hasta el infinito la ese final, al estilo de un buen amigo de la Patagonia. Cinco joyas. Entre gira y gira, como las parejas que quieren durar, se toman espacios para el desarrollo personal. Para expresarse como individuos más allá de lo colectivo. Daron Malakian y John Dolmayan (guitarra y baterista), lo hacen juntos con el cartel de Scars on Broadway. Serj Tankian, la voz y las teclas de SOAD, a cara descubierta y en primera persona del singular. Hoy nos fijamos en él. 

En 2010 tuvo la osadía de colocarse al frente de una sinfónica para vestir de esmoquin sus  composiciones. Lo bordó. Perfecto en lo artístico y en lo ético. A su voz prodigiosa, amplia, potente y capaz de modificar registros como quién sustituye una bombilla de las de antes, une melodías ricas en matices y las adorna con letras siempre comprometidas. El “Sky is over” que servimos de aperitivo, refleja con la exactitud del ciclo lunar ese estado que expresaba en los primeros párrafos. “Todo el mundo lo sabe, el cielo se acabó. Cierra los ojos tras la mentira, las mentes están listas para despertarte.” 




De pincho, el caviar libertario de “Borders are”. Una acuarela hiperrealista de todo nacionalismo: “las fronteras son las horcas de nuestros egos nacionales, líneas subjetivas en la arena, en el agua...” 

Como en los conciertos, reservo lo mejor para los bises. Harakiri, una pieza audiovisual salida de su último álbum, en la que imagen, música y palabras se hermanan con la quietud de las grandes hazañas. Una de las experiencias más certeras de los últimos años. Arte multidisplinar. Metal con fundamento que diría un vasco.  Es la revolución elegante de Serj Tankian. Espero que les guste.

Buen viernes, feliz semana de calor. Que la disfruten con la paz y la calma que otorgan sentido a esta vida. Como siempre, salud y libertad a todas. 



Comentarios

  1. Qué pasada! Ha ido creciendo en intensidad. Me ha recordado ese aqueiriooo aqueirioooo de Hear. Apunto a Serj en mi lista incondicionalmente. Coronando el cielo.}

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  2. Magnífico post!. Esta semana parece que tenemos #VDLN sobre conflictos geopolíticos

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  3. Qué grandes SOAD! Y nunca creí que acabaría escuchando a Serj Tankian en los #VDLN. Aunque la escusa para ellos se tan tremenda.
    Fan incondicional de la banda. A Serj en solitario lo descubrí no hace mucho, hará unaño, como siempre gracias a los espotifais y los gruvsarks y sus radios personalizadas.
    Saludos, y salud!

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    Respuestas
    1. Cada día escribo peor. Malditos teclados diminutos! >.<

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    2. No te preocupes a mi me pasa igual hasta con teclados grandes y cuando el corrector hace de las suyas ya no hablamos. Feliz semana

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  4. Guauuuu, me ha encantado!! Vaya voz!

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