Peter Murphy. El señor de las tinieblas. #VDLN 108.

De la primera vez, hace ya muchos años, solo recuerdo el “con quién”. El dónde y el cuándo se perdieron hace tiempo en ese lugar de la memoria que merece el olvido. Supongo que sería en las últimas butacas de alguna sala de barrio o de uno de aquellos cine-clubs, a los que de joven me sentía tan aficionado. 

Foto: Carlos X. Ramos

Qué peliculón. Catherine Denueve en su mejor momento, el despertar soñado de mi adolescencia, frente a Susan Sarandon, otra de mis divas. De por medio David Bowie, sujeto pasivo de una extraña trama vampiresca, bañada en una de las escenas de amor lésbico más elegantes de la historia del cine (dejo el enlace para l@s cuiros@s). De fondo musical el Flower duet de Leo Delibes. Sin palabras, no sabría elegirlas. 

Era la opera prima de Tony Scott. Un guión que a ratos se inscribía en el novedoso género del terror sugerente y a ratos en el de una exquisita obra de ciencia de ficción. Todo un cometarros de los que se quedan paseando para siempre en la cabeza; una reflexión intensa sobre el sentido de nuestra existencia, sobre ese afán de inmortalidad convertido en el producto estrella del supermercado de las religiones.

La primera escena... brutal. Discoteca ochentera (con cierto aire al Marquee madrileño o a su vecina Rockola) y vídeopantalla en la que Peter Murphy, entonces al frente de aquel mito llamado Bauhaus, nos recordaba que Bela Lugosi estaba muerto. Mientras, Catherine y el Bowie conquistaban a un par de postpunkies liberadas, ávidas de sexo, para deborarlas y alimentarse con su sangre en pleno coito. Como la viuda negra, pero en humano y a lo bestia. 



Fue mi primer contacto con el lado oscuro. El día en el que los pájaros blancos se volvieron negros y debutaron en su vuelo, desde la orilla de un lago sureño hasta el infinito norte de las noches sin término. Dejé atrás la revolución ingenua de mis queridos Clash, para sumergirme en el incierto mundo de las tinieblas. Después creció la adoración hacia Siouxie Sioux, redescubrí el Pornography y el Disintegration de The Cure; luego Sisters of Mercy y así hasta Lacrimosa, los primeros HIM, Nightwish o los actuales Theatres des Vampires.

Del lado oscuro, de la tentación del negro de la noche negra, nunca llegas a separarte del todo. Siempre aparece una excusa. Un violín que te excita, un bajo que domina la melodía, unos versos de Poe o alguien que te recuerda a alguien, y retomas aquella vieja adicción que te devuelve al lúgubre reino de las obsesiones: Bela Lugosi está muerto.



Aunque fuera San Isidro, aunque celebráramos el quinto aniversario del 15M, no podía faltar a mi cita con el príncipe de la luna oscura. A eso de las nueve, marqué una pausa en el activismo para acercarme hasta la sala Arena. Ahora creo que se llama Marco Aldany. Da igual, sigue sonando horrible en cuanto el aforo se cubre y no puedes escuchar el concierto desde las primeras filas. Una larga cola desde Princesa hasta buena parte de la Plaza de España, anunciaba el desastre. Mucho negro, comentaba alguien en la puerta. Mucho. Y también mucho ilustre. En un rápido recorrido identifico primero a Fabio McNamara (sí, ya lo sé, a cualquier cosa llamamos ilustre); después, casi me llevo por delante a la buena de Ana Curra en uno de mis intentos por mejorar posiciones.



El sonido fue horroroso, no por culpa de Peter o de su banda que en versiones eléctricas o en acústico, tocaron como el mismísimo diablo; sino por el peseterismo de la sala. Se pasaron con el taquillaje, se notaba. Daba lo mismo. Era el reencuentro con el lado oscuro y con aquel The Hunger (El Ansia) con el que descubrimos que Bela Lugosi... está muerto. El Ansia, The Hunger, mi mal casi perenne, el mal perenne de nuestro tiempo. 

Por ese egocentrismo tan capitalino, much@s interpretaron equivocadamente la rosa roja que el maestro lucía en su brazo derecho. Supusieron una especie de homenaje a las fiestas de la ciudad que lo acogía. Cómo a este buen hombre le importase mucho el chotis y la pradera de Carabanchel. Se trataba de su perpetua referencia a una estrofa del clásico All night long que resaltó señalando a la flor mientras la recitaba. También nos obsequió con algunas piezas de sus últimos trabajos que en nada desmerecen a los temas de siempre. Me permito sugerirles el Seesaw sway que cierra esta entrada.



Si a estas alturas no recuerdan quien era Bela Lugosi, consulten en la wikipedia. Para eso está, aunque tal vez, en este contexto, para mi no presente el mismo significado.



Ruego disculpen estos desvaríos. Entre trabajos, presentaciones de libro, activismos diversos y hasta alguna entrevista, camino mal de minutos. Escribo a la carrera (sin tiempo para las correcciones) lo primero que se me viene a una cabeza que tampoco anda para muchos trotes. Espero que les gusten las escenas de la peli y el repertorio que les regalo para declarar mi adicción al genuino señor de las tinieblas.

Feliz #VDLN, feliz semana. Salud y libertad.

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Comentarios

  1. No conocía la película, cal decir que nací un año después de que saliera...Pero la veré seguro, porque he estado mirando un poco y tiene buena pinta! Me ha encantado el sonido de Bauhaus. Feliz VDLN!!

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  2. Me ha gustado mucho como suena, sobretodo el a strange kind of love.
    Y lo de la sala arena es criminal, no se como siguen aposatndo por esa sala para dar conciertos.
    Feliz semana.

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    Respuestas
    1. Lo de la Arena solo se explica por la pasta. Sonido malo, aforos casi siempre excedidos y una clavada hasta por respirar.

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  3. Película mítica. La vi hace mucho, no la recuerdo demasiado bien (aquellos años...), y tengo que reconocer que la vi por morbo. La voz de Murphy es tremenda, indefinible, como si no cantara con el estómago, no logro describirla. Grande

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