Mueran Humanos. Horas tristes. VDLN 247

Josef, óleo sobre madera (Jean Luc Almond).

Despertó como cada jornada, con la estéril expectativa de que hubiera desaparecido de su mente. Una noche entera de sueño químico con intermitencias concedía ciertas esperanzas. El peso de una piedra de doscientos kilos sobre el tórax impedía hasta lo imprescindible. ¿En qué pensaba el arquitecto cuando situó el baño a casi metro y medio de la cama? Apresado bajo toneladas de nieve, sentía el ansia insatisfecha de respirar en la superficie. Su sistema operativo carecía de los drivers adecuados para cumplir los mandatos del cerebro. Este ordenaba movimiento, pero las extremidades parecían no comprender el código binario en que se cursaban las instrucciones. Hasta el saludo amoroso de los supervivientes se volvía agresión. «Seguro que necesitan lo que no puedo complacer. Hoy, ni me molesto en vestirme con la máscara. Para qué».

Tampoco le resultaba una sensación extraña. Años de convivencia daban para acostumbrarse incluso a las compañías más indeseadas. Pero ya no estaba él. El alquimista insolente que desapareció sin tiempo para revelar el conjuro con el que mañana tras mañana lograba vencer la maldición. Su recuerdo perpetuo no lo consideraba el cumplimiento de un pacto de amor eterno, sino un mero  ejercicio de egoísmo. 

Mueran Humanos en sus Horas tristes. Un circunstancial episodio, la condena impuesta por algún delito indefinido o un destino escrito entre las líneas del pasaporte genético. La inquietante frase que nace de enlazar la marca de este dúo de músicos argentinos con la de una de sus composiciones más logradas.





Feliz VDLN, feliz semana. Salud y libertad.





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