VDLN 250. Punto y final. (Christina Rosenvinge. Voy en un coche)
Foto: Rafa Hernández Siempre he sido de dejarme gobernar por los indicios. Aunque concibo la existencia como el resultado matemático del azar, los años me enseñaron a diferenciarlo de los simples fenómenos fortuitos. También a concluir los viajes cuando ilusionan sin esperar a que el simple desgaste nos prive de la valoración conjunta que los hechos merecen. Si tengo que elegir, prefiero quedarme con un poco de hambre a que las consecuencias de un atracón arruinen una plácida sobremesa a base de café del bueno y algún licor amable. Se cumplen cinco años desde que por sugerencia de una amistad me incorporé con timidez a este carnaval de blogs. Una tentación que me permitía saciar en un plato combinado dos de mis grandes pasiones: las palabras y los sonidos que se construyen con notas musicales. Al mirar el cuentakilómetros, observo que suman 250 los viernes que martiricé a los seguidores con lo que parecían decirme las canciones. Un número redondo y cuyas cifras suman siete, el díg