Bienvenido Mister Horton

Quienes me conocen y quienes cometen la insensatez de seguirme en esta aventura cibernética llamada heterodoxia, saben de las escasas convicciones religiosas que conservo. Pese a mi "exquisita" educación, primero en un colegio del régimen y luego en otro de explícita condición católica; ni creo en dios, ni mucho menos en sus improbables habilidades literarias. Desde el respeto a quienes piensen diferente, siempre me sonó a coartada aquella manida frase de que "escribe derecho con renglones torcidos". Una burda excusa para que las posiciones sociales permanezcan inalterables. Los de arriba en lo alto, los de abajo hundidos, sufriendo y ... hasta contentos. La obra maestra del emocional chantaje conservador.

Sin observar en ello intención -ni intervención - divina, hay ocasiones en que la vida nos esconde un regalo en la habitación más oscura e inesperada de la casa. En el rincón más frío, en el menos acogedor, en aquel que hasta nos daba miedo de pequeños, aparece de repente el tesoro de la abuela. En una sociedad mercantilizada hasta la repugnancia como la nuestra, traducimos de inmediato la riqueza a euros o, aún peor, a dólares. Nos equivocamos.
Imagen: "El dolor de la cefalea en racimos" de Agnes-Cecile para Project Cluster Arte
Hoy en Pinto, muy cerca de Madrid, se ha celebrado la asamblea anual de la asociación de enfermos de cefalea en racimos. Para quienes no la padecen, se trata de una "enfermedad rara" más, a la que se conoce por diversas denominaciones: CR, Horton, cluster headache... Los que poseemos el dudoso honor de convivir con ella, sabemos que es una tortura. Un martirio chino que por algo tienen fama de ser los más crueles. Durante cada ciclo, todos los días, a la misma hora, se repite la historia. Un tornillo ardiente que penetra por una de las fosas nasales. A cada giro, un grito; un ojo que estalla, un casi irrefrenable deseo de arrancártelo y de que todo acabe. Y en el todo, con frecuencia, va incluido todo. Contra la bestia que es como la denominamos entre los del gremio, no se conocen efectivas barricadas. Destruye carreras profesionales, parejas, aficiones, caracteres, mentes, voluntades y con mayor frecuencia de la deseable, hasta la propia vida. Alguna reciente y terrible experiencia hemos tenido en el grupo.

El narrado hasta aquí, resulta el más favorable de los casos posibles. De las dos modalidades existentes , he descrito la episódica. La menos dura. En ella, esta situación se repite en ciclos de duración y periodicidad variable. Lo más común, entre uno y dos por año, de uno o dos meses de duración. Con alta probabilidad de padecer varios ataques al día. Peor lo llevan los enfermos crónicos. No conocen el descanso. Hasta ocho crisis por cada veinticuatro horas. En esta situación, podríamos matar cuando alguien, con tan buena voluntad como desconocimiento, comenta:

- A mi también me duele la cabeza. Raro es el día que no me tengo que tomar una aspirina.

Y qué decir de la enternecedora figura del neurólogo capullo que más o menos te dice que estás loco. Que te lo inventas y que mejor al psiquiatra.

La verdad es que casi no participo de las actividades de la asociación. Mi natural tendencia hacia el lado "dark" de nuestra mente, me impide someterme a unos aires en los que el primer comentario es la enfermedad. No duro ni una semana. Maneras de vivir que diría el gran Rosendo. Y maneras de afrontar el dolor. Unos precisan el comentario perpetuo, el desahogarse con un semejante. Otros la soledad y  olvidar el asunto en la medida en que el asunto ponga algo de su parte.

La labor es inmensa. Todos sabemos como aparta esta sociedad a quienes se alejan del estándar. Y también como se comportan laboratorios, políticos, especialistas privados... Los remedios, siendo optimistas, son pocos. Los tratamientos caros. Y la Administración, puestos a ahorrar, prefiere hacerlo retirando el oxígeno domiciliario, una de las pocas curas efectivas. A la vanguardia de la estupidez, como casi siempre, mi querida presidenta regional Doña María Dolores de Cospedal y familia. Para qué reducir el número de asesores, bajar sus sueldos o poner de patas en la calle a las legiones de enchufados a los que se pagan silencios y parentescos.

Freno. Al contrario que Umbral en aquel célebre espacio de la Milá, no he venido aquí a hablar de mi libro. Sino de dioses que enderezan renglones y tesoros de la abuela hallados en cualquier desván. Decía al principio que de vez en vez la vida nos compra un regalo. Enorme, el de hoy en Pinto. Conocer y tratar a este grupo de seres humanos cada uno de una procedencia, con una fe, con unas ideas, con una edad ...tan sólo unidos por el dolor, te hace recuperar la esperanza en esa estúpida especie humana a la que pertenecemos.
Creo que fue Enrique IV quien pronunció esa famosa frase de "París bien vale una misa". Para él, acceder a la corona de Francia, justificaba apostatar del calvinismo y abrazar la fe católica. Hoy, para este bloguero, ecologista, radical, terco e incorregible, conocer a esta peña y compartir con ellos un trozo de nuestras vidas, bien vale un dolor de cabeza.

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