La lista de las cosas importantes
Fue
en el Puerto de Navafría. Quizá el más desconocido y también el
más bello, de los pasos domesticados por el hombre que separan
Madrid de Segovia. La mañana salió fría y seca. Por los caprichos
de ese cambio climático que todavía algunos se empecinan en negar,
más cercana a la ortodoxia de enero que a la de octubre. Como dirían
quienes hacen ciencia de
la tortura animal, con
poco trapío, pero mucho genio. No se si fueron la edad que pesa más
de lo que debiera, o esa desgana que por momentos me inunda la vida,
las que me obligaron a
dejar en casa los esquís de ruedas y los bastones; el casco, las
gafas y unas ajustadas mallas de patinaje, chivatas repugnantes de
que los cuerpos a los cincuenta, poco se parecen a los de los veinte.
Supongo que la levedad del entrenamiento estival también pondría de
su parte. Lo cierto es que por un día, me afilié a la cámara
digital y a la charla con los amigos como modo alternativo para
disfrutar del deporte.
Mañana
inundada de reencuentros. ¿Qué tal el verano? ¿Y el chico, no ha
venido? ¿Todos bien? Me alegro de verte. Nada nuevo bajo ese otoñal
sol de invierno que helaba más que calentar unos cuerpos, aun
contaminados por el moreno del estío. Tópicos sentidos en unos casos y
tópicos-tópicos en otros. Poco antes de la salida, asciendo el
puerto para que los esforzados corredores reciban, al conquistar la
meta, un asiento para el reposo y el impagable obsequio de la ropa
seca. Incluso desde el coche, la subida se vuelve dura a tramos. Los
primeros tardarán no menos de una hora en completar los once
kilómetros del recorrido. Estimo de cabeza, como si entendiera.
Arriba,
la vida se transforma. Me alejo unos pocos metros de la llegada y
percibo la paz de la soledad y de la montaña. Me siento bien. Por momentos como en el Yatiri, el mejor
restaurante vegano de Madrid. Una especie de reducto budista en mitad
de la ciudad de los Austrias. Una factoría de calma en la que los ejercicios para relajarse mediante tensión-distensión se vuelven un chisme inútil y en la que el
tiempo parece detenerse, justo en la frontera entre Relatores y Tirso
de Molina.
-Nosotros
hemos estado en La India.
Confirma
una dama para quién la distancia y la falta de frecuente contacto,
no constituyen obstáculo a la amistad.
-Me ha cambiado la vida. Junto a seres que lo tienen todo; otros que carecen de lo más elemental. Un sistema de castas protegido por la religión que convierte a los intocables en cosas y a los brahmanes en semidioses. Se inventan las divinidades como quien captura níscalos tras las lluvias de noviembre. Y detrás del descubrimiento, alguien que se lucra con los royalties. Más o menos como aquí, pero en régimen de libre comercio. Soy otra. Ahora veo la vida diferente. Valoro lo esencial y desprecio lo mucho de superfluo que llevamos puesto.
Me
habla de energías. De liberar mentes y cuerpos. De soltar
voluntades. En su criterio, el éxito consiste en permitir hablar a
nuestro interior y dejarnos llevar por lo que somos, por lo que
deseamos, y no por lo que los demás perciben o esperan. El resto es
un engaño. Un recipiente vacío que nos vendieron desde el colegio
hasta hoy, adornado con una cruz y envuelto en papel de miedo y
diamantes.
En
otro momento y en otro lugar hubiera tenido que contener la sonrisa.
Cosas de “taraos”, habría pensado sin dudarlo. Venirme con esas.
A mi, para quien la energía será siempre una magnitud vectorial
que, en sus diversas acepciones, nos mide la capacidad para realizar
un movimiento o un trabajo. Creo que, por las mismas razones por las que elegí
cámara y lengua en lugar de roller y sudor, comprendí como nunca
antes el mensaje que mi amiga pretendía transmitir.
-
Debemos aprender a separar lo urgente de lo importante. Todas las
mañanas hago una lista con las cosas importantes que se presentan en
el día. Las ordeno y las priorizo. Llego hasta donde puedo. Y el
resto ... la vida es muy corta para desperdiciarla en actos y en
actividades que no nos llenan. Se puede vivir sin tele, sin móvil,
sin coche, sin ordenador, sin frigorífico y como demuestran los
parias de India, hasta sin dinero. Pero no es factible hacerlo sin
afecto y en discordia con uno mismo y con la naturaleza de la que
formamos parte.
Durante
el viaje de vuelta, Elisa – mi hija- se cobra con una apacible y
profunda siesta el esfuerzo de ganar la carrera. Como si mi cabeza
tomara decisiones autónomas, se traslada a la conversación
mantenida horas antes en lo más alto del puerto. Menos mal que de
momento solo existen detectores de alcohol y de drogas. Si me hacen
un test de distracción, me hunden.
Reflexiono.
Analizo. Decido confeccionar mi lista de las cosas importantes. Me
impongo como primera obligación ser feliz. Y opto por apartar de mi
vida todas aquellas actividades, conductas, seres, ámbitos o
personas que lo impidan. Quizá por ello tardaré en volver a una
manifestación. Quizá deje de escuchar la radio, de atender a la
actualidad que cada día alguien inventa. Quizá me aparte de las redes sociales y de esas
organizaciones parapolíticas repletas de tantas ambiciones ocultas
como los mismos partidos, de los que muchas no son mas
que simples sicarias.
Con la sola excepción de quienes renunciaron al parasitismo de los
liberados y a la falacia de las elecciones y
los comités de empresa,
a los sindicatos ni nombrarlos, no sea que se pegue algo. Quizá
esconda mi trabajo en el rincón de las estupideces. Quizá haga caso
a Vivian Nathan y decida desobedecer por sistema. Vulnerar todas las
leyes conocidas y hacer exactamente lo contrario de lo que me indique
cualquier autoridad; cualquier más
o menos refinada forma de
policía. Quizá junto a la familia y los amigos, coloque a los gatos
con los que convivo y a las plantas que me regalan sus flores y sus
espinas a cambio de unas dosis de cariño y un poco de agua. Quizá
deje de escribir en el blog y borre todo su contenido, o quizá lo
llene de pensamientos tan extraños e inútiles como este. Resulta
probable que emplee buena parte de mis horas en trasladar a una
tarjeta CF esa realidad que nuestras
limitaciones visuales nos ocultan. Con mi 100mm macro, mostraré
cabezas de insectos, ojos de insectos, patas y cuerpos de diminutos
insectos que nos aproximan a la perfección de la naturaleza.
Me
paso el cruce de la M50. Normal. Quien se encarga de conservar
lo que queda de mi
salud mental, suele expresar que el
cerebro humano
es incapaz de atender de modo consciente dos cosas a la vez. Lo
milagroso es no habernos empotrado con el vehículo
que nos precede. Al
recuperar la ruta correcta, se me viene a la cabeza una última idea.
Consumimos
la vida reflexionando sobre naderías. Comentamos primas de riesgo,
valores del PIB, reformas laborales, medidas financieras, sociales y
fiscales. Buscamos reivindicaciones originales por tener algo que
decir, por hacernos un hueco en este cruel y estúpido mundo. Aguantamos comentarios de
gente que no sabe de lo que habla. Regalamos a políticos,
empresarios,
líderes sindicales, expertos económicos, tertulianos sabelotodo y
periodistas “sabelonada”, espacios que no merecen. Quizá es un
modo de culpar a los demás de nuestras desgracias, de nuestras
inacciones, cobardías y comodidades. Vale, nos envenenaron el
cerebro al nacer y al educarnos, pero tiempo hemos tenido de escapar.
Con lo fácil que sería … que cada uno … cada mañana …
hiciese su lista con las cosas importantes ….
Siempre
he pensado que la política es aquella actividad en la que los
ignorantes encuentran las
mayores
facilidades
para destacar. Una especie de dictadura de los mediocres. Quien no
sirve para las artes, para las ciencias, para las letras o para la
enseñanza, encuentra en este campo una perfecta alternativa para
ganarse las judías.
Como afirma el dicho popular: para conserje hay que tener una
formación; para diputado o para alcalde, sirve cualquiera. Por eso
prefiero llamar
vida social a la forma en que los humanos intentamos satisfacer
nuestras necesidades comunes.
Nombres
al margen, que
bueno sería si hiciéramos de
modo colectivo
una lista con las cosas importantes. Y
a quien invente las urgencias, las
organizaciones, los estados, las banderas o las religiones, que nada
de eso existe en el mundo libre y natural, le
condenamos a cadena
perpetua. Lo merece.
Hola Rafa,
ResponderEliminarMe he sentido bastante identificada con esta entrada. Antes yo tenía un blog (bueno, y tengo) que tenía una finalidad de denuncia social a nivel local. Al final, escribir era como una obligación. Además, con la que está cayendo en el país, me creía en la obligación de llenar mi muro todos los días de noticias relevantes sobre el panorama político. Acabé hasta el gorro. Hasta que un día decidí escribir lo que realmente quería, fuera o no intrascendente, frívolo o inútil. Así nació Mother Killer. Disfruto con ella, me hace muy feliz. Y mi familia monstruosa también. Mi conciencia política vive en mí, no tengo que proclamarla continuamente a los cuatro vientos. Y me permito tener pensamientos tan políticamente incorrectos como que quzás vale más la pena enseñar a la gente a consumir y endeudarse menos que hacer un movimiento social para personas endeudadas hasta las cejas (por favor, perdonadme por decir esto) espero que te vaya genial con tu lista de cosas importantes. Un abrazo.
Como ya te dije en otro lugar, gracias y un placer que coincidamos también en esto.
EliminarTe conozco lo suficiente como para jugar con ventaja. Te entiendo. Cada vez me gusta más lo que escribes, como lo escribes y quizá lo que te dejas sin escribir. Cuando te alejas de la política, creces. Escribe de lo que quieras, pero escribe. Ahora, como te vuelva a ver desde el escenario y no te acerques a saludar ... me enfadaré. Y mucho.
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