Moris. Rock de Europa. Vdln 47

Chantajeamos a la historia convencidos de que vivimos el peor momento. Un fin de ciclo, un instante convulso. Pero si miramos atrás descubrimos que esto siempre ha funcionado con el mismo motor. En el Medievo adorábamos reyes idiotas; en la Edad Moderna inventamos los estados. Vaya idea. Luego el liberalismo y el socialismo científico, otras dos ocurrencias. Por si no bastaba con los abogados, cada día diseñamos nuevas plagas. Las últimas, los economistas y los politólogos, gentes con morro amplio capaces de inventar una ciencia en la que proclamarse expertos. Excusas para no robarle la frase a Machado y mostrarnos en el mejor sentido de la palabra, buenos. Esa sociedad que maldecimos no es más que la suma aritmética de todos nosotros. Si de verdad ansiamos el cambio, cambiemos.

¿Lo dudan? Escuchen el tema que hoy les obsequio. Nació en 1978. Un clásico que acusa el transcurrir del tiempo. Aunque suene descortés, aparenta más edad de la que tiene. Pertenecía a un LP llamado Fiebre de vivir. En plena adolescencia, lo compré dos veces y lo rayé otras tantas a base de escucharlo. Sábado a la noche, Zapatos de gamuza azul (gran versión del temazo de Perkins), Ayer nomás (tremenda balada) y … el Rock de Europa. ¿Su autor? Moris, un rockero argentino de los de antes y un tipo honesto, también de los de antes. Sugiero que se detengan en la letra. Como un pobre cerdo tras el crimen de la matanza, no tiene desperdicio. Asesinatos, bombas, polución, robos, las derechas y las izquierdas que no se enteran, quizá porque no hay nada de lo que enterarse. Mil explicaciones y pocas razones. Ningún sabor nuevo. Todo, antes del boom de ese neoliberalismo psicopático a quien ahora imputamos cualquier desgracia.



Pese a un aparente lenguaje directo, cuesta entenderla. Tardé años en descubrir que el problema principal se encierra en uno de sus versos: “mucha ideología, pero pocas tías”. Basta con observar como se cocinan las decisiones en cualquier organización disfrazada de progre o pasar lista en un consejo directivo. Las consecuencias de emplear la testosterona con finalidad distinta a su placentera función natural. Lo tengo claro. Faltan huevos y sobran cojones. Perdón.

Como los arreglos del original empiezan a sonar antiguos, acompaño una delicatessen grabada por Ariel, Leiva y Loquillo para la cabecera de su gira común. Luego el Loko la recreó en su directo de Granada, la del vídeo. “Uno de los nuestros” resultó un fracaso comercial. Pocos conciertos con el aire circulando cómodo en el aforo. Demasiada calidad para la era de los triunfitos. En lo musical, sublime. Nunca olvidaré aquella noche de rock a orillas del Manzanares.



Me confieso un humano incorregible. Estamos en un mundo que es un loco mundo. Ya lo dice el maestro Moris. Lo fue y probablemente, lo será siempre. Pero sigo soñando con la Tierra Prometida, aunque sospecho que en un sentido diferente al que me enseñaron los ancestros. Las consecuencias de haber vivido desde casi la infancia Atrapado por el rock & roll.

Lo dejo que es viernes. Me entró la vena filosófica. Ya tiene mérito si alguien aguantó leyendo hasta aquí. Buen finde, buena semana. Salud y libertad a todas.