El Pecho de Andy. Legará octubre. Proscritos (VII). VDLN 225

Imagen: Don Quijote y Sancho (Antonio Saura). Ilustración.

Si hubieran conocido el mundo en Madrid, a estas horas los adoraríamos como iconos de la Movida. De haber ejercido en Barcelona, pasarían por fenómenos de la vanguardia cultureta. En Bilbao serían el brazo poético del rock radikal. En Granada o Sevilla, un modelo de fusión de las raíces con la modernidad. En Valencia, tal vez una excepción que confirma una inexistente regla. Hasta Zaragoza los podría transformar en los héroes de alguien. Pero crecieron en Toledo, al sur de Castilla. Tierra de embalses que secan nuestros campos para regar otros lejanos; de campos de tiro para entretenimiento de los ejércitos; de cementerios nucleares donde cagan las centrales de todo el Estado; de ríos convertidos en cloacas ante la general indiferencia; de dirigentes corruptos nunca incomodados por la Justicia; de paracaidistas de la política que aterrizan por aquí en busca de fortuna; de tradiciones salvajes; de curas y de militares; de funcionarios; de quienes soportamos sin rechistar la etiqueta de opresores por parte de territorios que nos doblan en renta per cápita merced a las inversiones que aquí se nos negaron; de la solidaridad unidireccional que siempre circula en el sentido contrario. La mitad de la única región, comarca o nación (que cada cual escoja lo que quiera) dividida en pedazos por el fatal invento de las Comunidades Autónomas.



Un amigo de juventud solía referir que nacer en Castilla es una condena a pedir perdón por delitos que otros inventaron. Sin llegar a tanto, estoy convencido que de haber ocupado otro espacio en el mapa, El pecho de Andy hubiera alcanzado el reconocimiento como una de las mejores bandas españolas del siglo pasado. Se quedaron en grupo de culto para iniciados. Una pena porque Miguel Ángel García (guitarra y voz), Maruge Muñoz (bajo), Miguel Ángel Campos (batería) y Francisco Javier García-Zarzo (guitarra) merecieron sin duda mejor fortuna. Ni la hipnótica calidad de sus melodías que envolvían los versos del poeta (e historiador) toledano Juan Pedro Muñoz Herrera, pudieron escapar de la etiqueta de proscritos. Por cierto, el nombre de la formación se constituía en tributo al Andy's chest de Lou Reed. Se nota.



Disculpen este arranque de nacionalismo reivindicativo tan impropio de quien escribe. Las consecuencias quizá de cruzarme a diario durante años con alguno de los integrantes cuando en la juventud íbamos a comprar el pan o de compartir banco en aquel parque de mi barrio que, como el de la mítica canción de Víctor y Diego, ni era parque ni era «na», por más que las ruinas de un circo romano pretendieran aparentar lo opuesto.

Feliz #VDLN, feliz semana. Salud y libertad.





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