Willy DeVille. Let it be me. Proscritos (VIII). VDLN 226.

Imagen: Triple autorretrato (Norman Rockwell, óleo sobre lienzo)

Será por la edad, por el destino o por el azar, lo cierto es que cada vez me reconozco más en mi progenitor. Y mira que ambos nos esforzamos en mostrarnos distintos. Ayer, mientras disfrutaba en inmejorable compañía de una expo en ese paraíso cercano que conocemos por Sierra de Gredos, rondaban en mi cabeza ideas que podrían haber nacido de la suya. Con honrrosísimas excepciones que solo enaltecen a quienes las crean, llamamos arte vanguardista a aquel en el que suprimiendo el adjetivo el nombre pierde toda la semántica. Junto a meritorias islas de talento individual, toda una colección de adefesios cuyo mayor atractivo consistía en descifrar si las obras pertenecían a la muestra o formaban parte del decorado de un edificio medieval de ruinosa apariencia. Si a estas alturas el impresionismo, el surrealismo o la abstracción más primitiva hemos de considerarlas lo más de lo más, vamos listos. En cualquier actividad creativa, malo cuando tienes que detenerte en la etiqueta para intuir de qué va el contenido. Un perfecto símil de la política donde se veneran como modernas ideas fracasadas en pasados siglos o de una sociedad que califica de «lo último» a aquello que ya se incluye en el pretérito. Será por tendencia íntima, pero junto a un pequeño puñado de cuadros y otras tantas esculturas, lo mejor de largo las fotografías. Las instalaciones, en general, en poco se diferenciaban de las de un fontanero. Las secuelas de esa «cultura» estadounidense que en aras del negocio nos impuso las formas de vivir, de pensar, de comer y hasta de amar.

Huyendo de la ignorancia, Willy DeVille, el último proscrito de esta serie veraniega, se refugió en Europa donde alcanzó la gloria que se le negaba en su Nueva York natal. Allí lo idolatraron mientras se mantuvo fiel al uniforme punk de sus principios, lo que vendía. Pero cayó en desgracia en cuanto decidió fusionar la música tradicional americana, con el soul, el jazz, la chanson, los ritmos latinos, los africanos y con todo aquello que se dejara. Erróneamente caracterizado por una exitosa pieza de baile (Demasiado corazón) destacó como creador y también como intérprete de obras ajenas a las regalaba la voz y un estilo inconfundible. Les obsequio una de cada a ver qué les parecen. Ni los Everly Brothers ni Elvis supieron mejorar su versión de Let it Be Me. Una simple traducción al inglés del Je t'appartiens de Gilbert Bécaud.



Incapaz de superar los problemas de salud derivados de las multiadicciones de juventud, nos dejó en el verano de 2009 con la excusa oficial de un cáncer de páncreas. Un desatino que no figure en las enciclopedias entre los más brillantes de la música contemporánea. Tal vez porque, como en la exposición, tomamos por vanguardia a la parte de atrás.



Aunque uno solo sepa comer con la derecha y el otro sea zurdo total; aunque tú seas del Madrid y yo un incorruptible del Atleti, resulta evidente: mal que nos pese a los dos, cada vez nos parecemos más. Lo siento, padre. Qué se le va a hacer.

Feliz VDLN, feliz semana. Salud y libertad.





Comentarios

  1. Rafa, es cierto que entre los 'neo' y los 'pos' no hay forma de aclararse. Yo me sigo refugiando en la estupidez humana para encontrar algo de sosiego.

    'No achaques a la maldad lo que se puede explicar por la estupidez'

    Feliz #VDLN

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Lo más heterodoxo