Bandabardó. Manifesto. #Vdln 54

A Chas-chas, un buen amigo que pasa por momentos duros y que me los hace pasar a mi también.

Uffff. Este viernes llega "atravesao". Me pilla de fiesta, en plena conmemoración de San Montoro, patrono trimestral del trabajador por cuenta propia. Hoy quería dimitir del existencialismo barato tan frecuente en este blog; como en aquella escena de Aterriza como puedas, “elegí mal día para dejar de fumar".

Hace unos meses, mientras preparaba una de esas aburridas homilías decrecentistas con las que me disculpo ante la sociedad por el pecado de pertenecer a ella, descubrí que entre IRPF, IBI, impuesto de vehículos, recogida de basuras, tributos especiales, inseguridad insocial, tasa de canalones, tasa por no tenerlos, IVA  y demás fórmulas de extorsión estatal, se me fugaban entre el 70% y el 75% de los ingresos. Peor que un mal socio. En números: si para sobrevivir necesito mil euros netos, con ingresar cuatro mil objetivo cumplido. Así de fácil. Si es que nos quejamos por vocación, por pura codicia. 

A cambio, percibo una espera de dos años para un TAC, la incierta promesa de una pensión de no más de setecientos y el derecho a decidir qué banco atraco para financiar el máster de mis hijos. También el permanente aliento en el cogote de los chicos de la Agencia Tributaria. Cuánto entusiasmo persiguiendo náufragos, mientras ignoran con descaro a los culpables de la tempestad. Solo se subleban si se aparca una paga extra. La suya. Eso me pasa por vivir fuera de época; por ejercer de autónomo en plena era de los emprendedores.

Lo que más jode es que el tiempo, la vida, la felicidad, se hallan gravadas con el mismo tipo impositivo. Nos expropian las horas, la risa, los sentimientos y todo lo que por carecer de precio, cotiza en mi bolsa a enteros infinitos. 

En semejantes circunstancias apetecía un viejo disco de Extremoduro. Iros todos a… Pero todos. Los antiguos y los nuevos. Los que se marchan (ojalá) y los que todavía no han llegado pero apuntan maneras. Freno los impulsos. La cortesía es lo último que se pierde. Recordé a Bandabardó, un peculiar grupo de rock-perroflauta al que conocí hace unos años, cuando yo andaba medio aburrido por Madrid y ellos de concierto en la sala Caracol. Coincidimos. Su nombre se convierte en homenaje Brigitte, aquella actriz francesa que pasó de icono erótico a guerrillera animalista, como quien sube las escaleras mecánicas de El Corte Inglés. La mejor en ambas facetas. La más provocadora. La que más ponía. Además de gustos musicales, comparto con los italianos el convencimiento de que cualquier revolución debe mostrarse divertida. Basta de dramas y de noches tristes. Si toca luchar se lucha, pero con alegría. Extrovertidos, sinceros, desobedientes. Insultantemente felices. En algo debemos diferenciarnos de Los Otros y de ciertos compañeros de viaje que visten la vida con amargura de diseño. Como en aquel poema de Gloria Fuertes, aquí se viene llorado de casa. A sus sonidos, a sus textos (a los de Bandabardó), encomiendo hoy mi espíritu. Así me siento. Así, como lo dicen y como lo cantan estos imprensentables florentinos.



Hoy no trabajo, hoy no me visto
me quedo desnudo y manifiesto
que me siento fuera del coro, claramente diferente.
Las modas se van, yo permanezco, y manifiesto
contra cada ocasión que se pierde
de penalti, en la calle.
Quedo desnudo y manifiesto,
hago un gesto y manifiesto.
Hoy observo el cielo y manifiesto
Pienso en menos estrés y más mariposas,
menos hablar por la espalda.
Ya no guardo silencio.
No aguanto un pretexto más.
Los héroes se marchan y yo me quedo y manifiesto
contra cada ocasión que se pierde
de penalti, en la calle.
Contra paranoias y tempestades,
permaneced alejados del juego (los partidos).
Quedo desnudo y manifiesto,
hago un gesto y manifiesto.
Hoy observo el cielo.
 
Nos emperramos en conquistar el mundo para transformarlo, ignorantes de que lo más probable, lo que siempre ha sucedido, es exactamente lo opuesto. El auténtico cambio nace de la simplificación, del abrazo voluntario a lo insignificante, de recolocar valores y situar cada cosa en el lugar que por naturaleza corresponde. Se intuye tan sencillo como sentir el viento en la cara, elevar los brazos al cielo y prepararse para recibir el sol. El resto llega rodado. ¿Se animan a dejarse acariciar por este Vento in faccia? Empieza tranquilo, pero...

Quienes deseen explorar lo gamberros que resultan en directo, disfruten de su mítica Beppeanna. En torno al minuto cuatro, no se pierdan la exhibición de Alessandro Finazzo a la acústica. 



Los demás supondrán que desvarío. Que el estrés y la grave enfermedad de mi amigo Chas-chas (ánimo brother que entre los dos y el veterinario seguro que podemos), secuestraron para siempre el escaso juicio superviviente en mi cabeza. Supongo que tendrán razón, pero en cuanto dimitamos de los grandes objetivos y cambiemos nosotros para que todo cambie, ese nuevo mundo que algunos llevamos en los corazones, sencillamente, Succederá.




Buen Vdln. En la trimestral festividad de San Montoro, salud y libertad a todas.