Epica. Run for a fall. #Vdln 55

Con el tiempo comprendemos que la vida es una sucesión de errores interrumpida con aciertos esporádicos. Llamamos experiencia al aprendizaje a lo bestia, a la simple evitación de fracasos reiterados. Todo nos llega tarde. Metemos la pata de modo compulsivo y al comprobar las consecuencias, adivinamos lo que nunca debimos hacer. Cuando empezamos a dominar el oficio de la subsistencia, se presenta el fin de trayecto. Quizá porque en versos de Gil de Biedma, ese sea el único argumento de la obra. 

Por el camino conocemos seres, lugares, actividades, que nos revelan instantes de felicidad. Al mirar hacia el pasado nos preguntamos cómo se hubiera escrito nuestra historia sin tanto despropósito. Carece de sentido. Somos lo que somos porque un día hicimos lo que hicimos. Salvo egocentrismos enfermizos, casi nunca nos mostramos satisfechos con lo que nos toca.

Hubiera regalado la mitad de este viaje por poseer cierto talento artístico. Por saber pintar como mi amigo Manu Buendía o por derrochar dotes musicales como El Zurdo o Rosenvinge. También por disponer del don de inventar historias con las que transmitir al resto mi visión del mundo. Los caprichos de la genética me forzaron a conformarme con una mente de ajedrecista de saldo y con un débil envoltorio en perpetua liquidación por cierre de negocio. Solo sirvo para el retrato. En mi juventud, el fotográfico. Más tarde, cuando lo digital convirtió la creatividad en técnica y el laboratorio en aburridas horas de Photoshop (de Photivo o de Lightzone que mi incompatibilidad con las multinacionales alcanza esos extremos), me refugié en disparar instantáneas con la palabra.

Por esa completa colección de frustraciones, siempre me he cuestionado qué es el arte. Pessoa lo definía como la demostración de que la realidad no basta; Picasso como una mentira que nos acerca a la verdad; para Chagall no era más que un estado del alma. Aunque comparto el concepto de Goethe ( “es el medio más seguro de aislarse del mundo y de penetrar en él”), para mí arte, lo que se dice arte, es lo que practica Simone Simons cuando al frente de Epica interpreta Run for a fall.



Los incrédulos, quienes duden de que esta banda holandesa ejerce su papel de metaleros sinfónicos, escuchen Cry for the moon. Qué voces, qué texto, qué melodías. Otra obra de arte. Otra rebelión contra el destino que diría Malraux.



Buen #Vdln. Feliz finde, feliz semana. Que los disfruten con salud y en libertad.